«Me dolía tanto, tanto, que le pedí al doctor Mir si me podía quedar un par de días más en la clínica. Y me quedé. No me veía con coraje para estar en casa en esas condiciones». Marc Márquez, de 25 años, el pentacampeón de MotoGP más joven de la historia, reconoció, tras el primer ensayo de la temporada en Sepang, donde logró, sorprendentemente, el mejor crono, que había pasado un auténtico vía crucis hasta llegar a Malasia en condiciones de probar su nueva Honda.

«No solo he pasado el invierno más aburrido de mi vida, sino la recuperación más horrorosa, dejando al margen, por supuesto, mis problemas en el ojo derecho en el 2012». El aburrimiento se debió a que el joven de Cervera tuvo que pasar por dobles sesiones de rehabilitación de tres horas cada una, primero en la camilla y, más tarde, en el gimnasio, junto a sus inseparables preparadores, el fisio Carlos J. García, su sparring José Luis Martínez y su preparador físico, Genís Cuadros.

Cervera se ha convertido, desde que abandonase el Institut Dexeus, de Barcelona, el 6 de diciembre, en su CAR (Centro de Alto Rendimiento) particular. En Cervera se ha instalado, durante las últimas nueve semanas, Carlos, convirtiéndose en su sombra. «Gracias a él todo ha sido más fácil. Solo me ha dejado en Navidad y Fin de Año; el resto de los días hemos currado como bestias». Las primeras sesiones, reconoce Márquez, fueron durísimas. «No solo por el dolor, sino porque me costaba muchísimo recuperarme de ellas. Y, además, en este tipo de rehabilitación también cuenta mucho la cabeza. No tienes que ponerte nervioso, desesperarte, ya que unos días avanzas mucho y otros te crees que no vas a lograr cumplir los plazos que te has marcado, y te desesperas».

Es evidente que lo que peor ha llevado Márquez estas casi diez semanas de rehabilitación («los manuales dicen que para la barbaridad que le hicieron en el hombro se necesitan, al menos, 20 semanas», insiste el bueno y gigantón de Carlos) ha sido no poder tocar la moto. «Y lo peor es que, nada más abandonar Sepang, me dijeron que debo seguir sin poder entrenarme con la moto hasta el próximo test de Catar».

Márquez recuerda que el principal problema fue que «una intervención que tenía que durar una hora, se alargó casi cuatro horas, pues cuando abrieron el hombro, los doctores descubrieron que los ligamentos estaban más que dañados, destrozados y tuvieron que reconstruirlos. Por eso la operación fue mucho más agresiva de lo previsto y la rehabilitación más dura». «Suena extraño», como reconoce el propio Márquez, «oírme hablar ¡a mí! de respetar los tiempos, no tener prisa, pero es que, ahora puedo reconocerlo, no lo he pasado nada bien, no. Hasta ahora había tenido lesiones que, vale, sí, dolían o requerían de una rehabilitación pausada, pero esta ha sido durísima», señala el heptacampeón del mundo.

EL TEST DE SEPANG

Márquez insiste en que el primer objetivo era recuperarse bien «cosa que, con paciencia, estamos consiguiendo»; el segundo, llegar a tiempo del test de Sepang y, el tercero, estar en condiciones de testar «todo lo gordo que había traído Honda a Malasia» y ese también se ha cumplido. El pentacampeón de MotoGP reconoce que no pudo probar las pequeñas cosas «porque para llegar a ese punto, a ese tacto, debo pilotar a mi estilo, es decir, más agresivo, no tan suave, de lo contrario no puedo saber si ese o aquel retoque me sirven».

El joven de Cervera reconoce que en estas nueve semanas «y, supongo, que las que vienen», su equipo, empezando por su fisio y terminando por Alzamora, seguirán frenándole para que no se sobrepase de ganas. «En Sepang, en estos tres días de entrenamiento, he hecho lo que me han ordenado, incluso he parado cada vez que me mostraban ‘box’ en la pizarra, cosa que no siempre hago, pues me encontraba a gusto en la pista, pero paré, paré».

El peligro, según sus cuidadores, es que el hombro se resienta, no solo del maltrato que Márquez le da en la pista sino de la dureza de nueve semanas de rehabilitación. «Si se hubiese inflamado», explica Carlos, con la discreción que le caracteriza, «hubiésemos tenido que parar y, peor aún, tal vez perder una semana de recuperación, lo que hubiese sido horroroso de cara al primero GP». «Me hubiese encantado haber hecho 60 vueltas el primer día, 60 vueltas el segundo y hasta una simulación de gran premio el tercero, pero ese era un sueño imposible», repasa Márquez.