«El OFI es mi casa, Creta es mi casa y la de mi familia. Mi corazón siempre ha estado aquí», explica Giorgios Samaras, que acaba de colgar las botas para dar forma al proyecto en el que lleva trabajando los últimos tres años: comprar el club de su vida. Lo ha hecho a través de un inversor griego estadounidense que va a ser propietario y presidente pero, como vive en Estados Unidos, la máxima autoridad del OFI Creta va a ser el futbolista que se hizo grande y famoso en el Celtic y que jugó seis meses en el Real Zaragoza en el 2017. Ha tomado posesión del cargo esta semana.

El corazón ha guiado a Samaras y la experiencia acumulada en Europa y Estados Unidos ha impulsado sus ganas de ayudar a su club a salir de la situación en la que se encuentra, ahogado por la deuda económica y penúltimo en la Superliga griega. El goleador griego lleva tiempo dándole forma al proyecto. «Llevo tres años trabajando con gente muy cercana a mí y de diferentes sectores, de mucha confianza, para poder presentar un proyecto diseñado para tener éxito a un inversor», indica desde su despacho. Esa era la segunda parte, no menos importante, encontrar a un inversor adecuado.

«Debía ser una persona que creyera en el proyecto, en la gente y en nuestra filosofía. Lo que no queríamos era un inversor con dinero pero que no viera las cosas como nosotros, tenía que ser de nuestra ideología. Ahora lo hemos encontrado y todo se ha desarrollado muy rápidamente. Si no hubiéramos encontrado a esta persona ahora mismo hubiera seguido jugando y trabajando en el proyecto mientras tanto», asegura. Ha encontrado a la persona adecuada en Michalis Boussis y la nueva junta ya se ha puesto manos a la obra.

«Estamos trabajando para llevar al club a un estado económico seguro», señala Samaras sobre la deuda. «En cuanto a lo deportivo la prioridad es mantener la categoría. Pero nuestro gran proyecto es construir la base porque sin una base el club no tiene apoyo. La prioridad es el desarrollo del joven jugador griego para poder competir en las grandes Ligas y que no acaben siendo olvidados», indica el nuevo vicepresidente. Esa función va a estar en manos de Samaras pero no de Georgios sino de Ioannis, su padre. También exfutbolista del OFI, internacional, y con una amplia experiencia en el trabajo con la cantera.

«Nuestra familia es fútbol. No importa que estemos en casa o en el estadio, el fútbol siempre domina nuestras conversaciones. Es una persona a la que conozco muy bien y es de los más leídos en cuanto al desarrollo del fútbol y las academias, sobre cómo organizar esto y formar jugadores. Vamos a trabajar juntos pero en diferentes puestos, nuestra oficina no está una al lado de la otra. Cuando estemos sentados en la mesa por la noche mi madre y mi hermana escucharán todas las broncas», explica entre risas.

Ioannis inoculó el virus del fútbol en las venas del joven Georgios, que vivió con mucha tranquilidad el estrellato de su padre porque éste, asegura, siempre ha sido una persona discreta y sencilla. Su confianza en él es absoluta por su formación. «Él siempre ha buscado viajar por todo el mundo para aprender más sobre cómo formar jugadores jóvenes no solo a nivel futbolístico sino también en su educación, para formar jóvenes educados y juntar ambas facetas. Trabajó también en Holanda, con la FA en Inglaterra. El trabajo más importante que ha hecho a nivel de formación han sido sus siete años en el Panatinaikos. El año pasado empezó en el AEK, comenzando de cero, pero se lo he robado para formar parte de mi equipo».

Georgios entró en las categorías inferiores del OFI cuando su padre estaba en la primera plantilla, pero con dieciséis años se marchó a Holanda, al Herenveen. «No fue nada fácil. Lo pasé muy mal al principio por el idioma y por estar tan lejos de casa. Pero el fútbol me mantuvo vivo», explica Samaras, que aprendió mucho de la experiencia. «Diría que el OFI fue el colegio y el Herenveen, la universidad, futbolísticamente hablando». Allí también aprendió el trabajo que se hace en Holanda con la cantera.

De los Países Bajos pasó al Manchester City, donde los numerosos cambios no le dieron muchos minutos. Hasta que se cruzó el Celtic de Glasgow en su camino. «Dicho brevemente, el Celtic es mi fútbol. Me sentí muy querido por todos en Glasgow y el cariño es recíproco, siempre llevaré al club en mi corazón». Tras un breve regreso a la Premier puso rumbo a Arabia Saudí, donde no llegó a adaptarse del todo, y después dio el salto al Rayo Oklahoma en Estados Unidos. Allí empezó a pensar en su futuro por una lesión de espalda. Pero antes se cruzó en su camino el Real Zaragoza. «Me llegó la oferta y me hacía mucha ilusión jugar en un club histórico», asegura.

Histórico fue también su recibimiento. «Fue muy bonito, siempre estaré muy agradecido por eso. Me gustó mucho la ciudad, la gente, el club... Ha sido uno de los clubs de mi carrera en los que más rápidamente me he relacionado con todo el mundo», rememora. «Me marché con la idea de que es un club histórico que no merece estar en Segunda. Me hubiera gustado poder llegar más arriba y que hubiera un futuro juntos, pero no era el momento», explica Samaras, que aún ha pasado por Turquía antes de retirarse y convertirse en vicepresidente.