En plena crisis de juego, con un punto ganado de los últimos seis, la peor noticia que podía recibir el Madrid es perder a una de sus piezas más importantes. Zidane cayó lesionado en el encuentro ante el Betis. Se perderá la eliminatoria de Copa ante el Valencia y los encuentros de Liga frente al Villarreal y el Valladolid por una rotura en el vasto intermedio de la pierna derecha.

El equipo blanco encara la fase decisiva de la temporada lleno de dudas. Del equipo que resolvía casi todas sus carencias con la pegada de sus estrellas queda cada vez menos. Afloran los problemas en todas las líneas, hasta el punto de que son los mismos jugadores los que denuncian la falta de actitud por encima de cualquier diagnóstico que hable de bajón físico. Así lo hizo Ronaldo tras el partido del domingo en Sevilla. "Salimos sin la actitud necesaria. Debemos mejorar también en ese aspecto", afirmó el brasileño. Ayer, Solari le quitó parte de razón. "No creo que sea un problema de actitud, aunque debemos potenciarla", dijo el argentino.

Además, los síntomas de que los jugadores no creen en absoluto en su entrenador son evidentes. El técnico no trasmite nada y no resuelve los problemas de un grupo que se ve descabezado dentro y fuera del campo. La defensa ha perdido jerarquía con el pase de Helguera al centro del campo. Pavón y Raúl Bravo se ven superados una y otra vez. Roberto Carlos ha reconocido que tiene problemas personales, por lo que no está en su mejor momento. Nadie podía imaginar que el Bernabéu le pitase, como sucedió en el choque ante el Murcia.

SIN TRABAJAR De este modo, Ronaldo se convierte en una isla y Raúl hace kilómetros en balde. No es el Madrid un equipo trabajado, más bien tiende al aburguesamiento que genera contar con tanta figura. Queiroz no tiene soluciones. El equipo anda dividido y, en medio de todo esto, mañana llega el Valencia en la Copa y el Bayern Múnich espera en la Liga de Campeones.