Hacía mucho tiempo que Alfonso Soláns no hablaba en público. El presidente del grupo Pikolín regresó ayer a los micrófonos con motivo de la inauguración de la nueva sede de Industrias Pardo en La Muela, y lo hizo para reconocer que con este proyecto ha cumplido dos sueños: la compra de la firma aragonesa --"no lo veía posible", confesó-- y el traslado de la fábrica. "Me queda el tercero: alcanzar los niveles de producción, facturación y rentabilidad que siempre debía haber tenido", añadió. Asimismo, se mostró partidario de la globalización, "no de la deslocalización", y orgulloso de que en Pikolín ya trabaje la tercera generación de Soláns. "Es un reto porque solo el 11% de las empresas familiares lo logra", dijo. Eso sí, de fútbol, ni una palabra.