El Banco Central Europeo (BCE) se limitó a declarar la situación de insolvencia por problemas de liquidez del Banco Popular. Y trasladó después ese hecho al Mecanismo Único de Resolución (MUR), cuyo consejo se encargó de decidir cómo se resolvía esa crisis. Así lo expuso ayer el vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, durante la rueda de prensa celebrada tras la reunión del consejo de gobierno de banco central, que preside Mario Draghi. El supervisor europeo prefirió no responder a la pregunta de por qué el Popular se ha puesto en manos del Santander y no en las de otra entidad.

Draghi no quiso responder a preguntas sobre la intervención del Popular con el argumento de que el BCE «no habla de entidades financieras individualmente». No obstante, le cedió la palabra al vicepresidente para que explicara la participación del banco central en la resolución. «Después de la declaración de que el banco (Popular) estaba a punto de quebrar, el asunto fue transmitido al mecanismo de resolución. Su consejo tomó la decisión de intervenir. No lo hizo el BCE. Nuestra competencia era declarar que el banco estaba quebrado o a punto de quebrar por problemas de liquidez», destacó Constancio. «No era un problema de solvencia», sino que había «una fuga de depósitos», precisó.

Los responsables del BCE no hicieron más referencia a la intervención del banco español. Draghi explicó la decisión de mantener los tipos de interés sin variación. Asimismo, confirmó que mantendrá el programa de compra de activos en 60.000 millones de euros hasta diciembre del 2017, «o más allá, si se considera necesario». El presidente del BCE confirmó que la entidad ha revisado al alza su pronóstico de crecimiento para la economía de la zona euro entre el 2017 y el 2019, mientras que rebajó sus expectativas de inflación. Las nuevas previsiones de crecimiento del producto interior bruto contemplan una expansión de la zona euro del 1,9% en 2017, frente al 1,8% estimado en marzo, mientras que para el 2018 y el 2019 espera un crecimiento del 1,8% y del 1,7% respectivamente.

«Aunque no haya habido cambios en las métricas de política monetaria, las actas han incorporado dos cambios sutiles, pero significativos. Se descarta la posibilidad de que los tipos de interés sean reducidos en el futuro, y se elimina la postura del BCE para incrementar el ritmo o duración de la compra de activos. Parece que el BCE comienza a reconocer la menor necesidad de una política monetaria tan agresiva», comenta Manuel Ortíz-Olave, jefe de análisis de Monex Europe.