Hay cosas que damos por sentadas pero que no lo son tanto. Hasta 1988, por ejemplo, no se firmó en una convención internacional la norma que establece que la semana está formada por siete días y que empieza el lunes y acaba el domingo. Pese a ello, en muchos países anglosajones como el Reino Unido y Estados Unidos, la semana empieza el domingo y acaba el sábado.

Como es sabido, no hay vientos que afecten más a los mercados que los que soplan desde Nueva York y Londres. Por eso, cuando en alguna de las dos plazas se toman el día libre, los inversores del resto del mundo tienen una sensación como de domingo. Así sucedió ayer con la festividad del día de los presidentes en Estados Unido: parecía que la semana arrancaba por el final.

La falta de referencias de importancia y un volumen de negociación inferior al habitual provocaron una sesión plácida. La tendencia de fondo sigue siendo positiva, en cualquier caso. Solo así se explica que el cambio de Gobierno en Italia, que hace no tanto hubiera provocado una oleada de miedo entre los inversores, tuviera un efecto prácticamente inexistente.

El Ibex 35, así, quedó prácticamente plano, tras registrar una ligerísima caída del 0,14% que le dejó en los 10.118,6 puntos. Y lo que es más significativo, la rentabilidad del bono a diez años bajó hasta el 3,54%, su nivel más bajo desde febrero del 2006, con lo que la prima de riesgo cayó hasta los 185 puntos básicos.