El miércoles se cumplieron dos años de la 52° reforma del Estatuto de los Trabajadores de 1980. En medio de la mayor crisis de la economía española del último siglo, el recién estrenado Gobierno de Rajoy acometió su reforma con el objetivo de frenar la destrucción de empleo, reducir la dualidad de los contratos, favorecer la flexibilidad interna de las empresas y contribuir a la recuperación de la economía. Para ello, se favoreció la moderación y recorte salarial, se abarató y facilitó el despido y se descentralizó la negociación colectiva, entre otras medidas.

Dos años después, hay 1,34 millones de empleos menos; la tasa de paro ha pasado del 24,44% de la población activa al 26%; el 50,8% de los 5,8 millones de parados lleva más de un año sin empleo; el 34,1% de los parados no tiene protección; la tasa de trabajadores con contrato temporal se ha elevado al 24% y los trabajadores afectados por ERE han aumentado el 27% respecto al bienio anterior. El último de ellos, presentado por Coca-Cola, ha merecido incluso la crítica del Gobierno.

Los datos estadísticos son incontestables y son los que esgrimen las organizaciones sindicales para llegar a la conclusión de que la reforma laboral ha sido un "rotundo fracaso" que ha traído "en definitiva, menos ocupación, más desempleo y mayor precariedad". El Gobierno lo ve de otra manera. A su juicio, el deterioro del mercado laboral es fruto del ciclo económico y solo gracias a la reforma laboral se ha evitado un desastre mayor. Según la ministra de Empleo, Fátima Báñez, sin la reforma laboral se habrían destruido 225.800 empleos adicionales.

LOS COSTES Eso sin contar con los beneficios económicos que el Gobierno atribuye a la reforma. Tras su entrada en vigor, los costes salariales han bajado en torno al 3,8% (sobre el 8% en términos reales) favoreciendo una ganancia de competitividad, que ha permitido impulsar la exportación, único motor económico en los últimos trimestres.

Desde el punto de vista del Gobierno, la mayor flexibilidad del mercado laboral introducida por la reforma permitirá a la economía empezar a crear empleo este mismo año, cuando el PIB empiece a crecer en torno al 1%, sin tener que esperar a la teórica barrera del 2%. Poniendo en uno y otro platillo de la balanza la evolución reciente del mercado laboral se podría llegar a la conclusión de que la reforma laboral ha exacerbado la precariedad laboral a cambio de una mayor competitividad que está favoreciendo la salida de la recesión.

Pero, según el presidente del Consejo Económico y Social (CES), Marcos Peña, eso sería atribuir un poder excesivo a la reforma. "El Derecho va a la zaga de la realidad", afirma Peña. "Pensar que el Derecho condiciona la realidad es demasiado optimista", añade. Desde su punto de vista, los movimientos recientes del mercado laboral son fruto, sobre todo, de la propia coyuntura económica. La moderación salarial tiene más que ver, a su entender, con el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) que patronal y sindicatos firmaron en el 2012 con efectos para ese año y los dos siguientes. "El AENC es la reforma estructural más importante que ha sucedido en la economía española en los últimos años", afirmó esta semana el presidente de CEOE, Juan Rosell, situando los efectos de aquel acuerdo social incluso por encima de la reforma laboral del Gobierno.

Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la UAB, también atribuye la precarización reciente de las condiciones laborales al ciclo económico, si bien concede a la reforma laboral cierto protagonismo en la evolución salarial. "Los nuevos contratos van a seguir siendo temporales hasta que los empresarios perciban la recuperación como duradera", explica. Pero considera que la reforma sí ha condicionado la moderación salarial favoreciendo una mejora competitiva de las empresas.