Los ministros de Finanzas del G-7, que agrupa a los países más ricos del mundo, lanzaron ayer un mensaje optimista sobre la marcha de la economía mundial, aunque advirtieron de que el precio del petróleo constituye un riesgo y reiteraron su temor a un exceso de volatilidad en los tipos de cambio.

Los ministros y gobernadores de los bancos centrales de EEUU, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, que se reunieron en Washington en el marco de la sesión del primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, subrayaron que la recuperación económica se ha fortalecido y ampliado desde su último encuentro en febrero pasado. "Las perspectivas son favorables", proclamaron.

LACONICOS En un comunicado divulgado tras el encuentro, los responsables económicos del G-7 destacan que ese escenario se puede ver afectado por los precios del petróleo, pero no añaden ningún comentario sobre las posibles causas de la amenaza --la crisis de Irak, en concreto-- ni sobre las formas de conjurarla.

En cuanto a los riesgos de volatilidad y "movimientos desordenados" en los tipos de cambio, sostienen los ministros que sería una situación "indeseable" para el crecimiento económico. Proponen como alternativa una "mayor flexibilidad" en los tipos cambiarios para que los países grandes y zonas económicas carentes de dicha flexibilidad puedan promover "suaves y amplios" ajustes en el sistema financiero internacional.

SIN FRONTERAS Los ministros del G-7 no hicieron en su comunicado ninguna mención al terrorismo internacional. El portavoz rotatorio del grupo, el norteamericano John Snow, dijo que ese tema lo habían tratado la noche anterior en una cena con colegas de otros 15 países y que habían coincidido en la necesidad de cortar las fuentes de financiación. "El dinero de los terroristas no conoce fronteras", dijo Snow.

En su análisis de la economía global, los ministros del G-7 dictaminaron que los fundamentos económicos de muchos países de economía emergente "han mejorado". No obstante, resaltaron la necesidad de políticas sostenibles para garantizar un crecimiento duradero y reducir vulnerabilidades externas. En el caso de Argentina, protagonista de la última gran crisis, reconocieron "progresos", pero añadieron que es necesario un esfuerzo adicional.

Respecto a los países en desarrollo, subrayaron que el sector privado es "clave" para fomentar el crecimiento y reducir la pobreza, y resaltaron el papel "crucial" de la pequeña empresa. Pese al optimismo, advirtieron de que los "climas desfavorables de negocios constituyen a menudo un freno" para el desarrollo de tales empresas.