Dice el refrán de quien sabe "proceder con precaución, sin arriesgarlo todo, al acometer una empresa, con el fin de estar a cubierto en caso de que fracase" que es capaz de nadar y guardar la ropa. Lo curioso es indagar en el origen de una de estas palabras. Ropa viene de la voz gótica raupa, que significaba botín, y esta a su vez de la palabra germana raupjan, que se traduce como pelar o arrancar. Así que se puede decir que cuando nadamos y guardamos la ropa lo que estamos haciendo es afrontar una actividad sin poner en peligro lo conseguido hasta ese momento. Eso es precisamente lo que hicieron ayer los inversores tras varias sesiones de subidas.

Las miradas --como desde hace semanas, y con más intensidad en las últimas jornadas-- siguen puestas en la reunión de mañana del Banco Central Europeo (BCE). Precisamente, ayer se conoció que la inflación de la zona euro se situó en mayo en el 0,5%, frente al 0,7% que preveían los analistas. El dato sembró ciertas dudas. Por una parte confirmó los temores a una deflación prolongada, lo que vendría a empujar al BCE a tomar iniciativas excepcionales. Pero como se dan por descontadas y la duda ahora es cuál será su alcance, el empeoramiento de la situación de la inflación hizo temer que las acciones que adopte el banco central sean insuficientes. Así, y tras varias sesiones al alza, los inversores prefierieron recoger beneficios: el Ibex 35 cayó el 0,47%, a los 10.776,7 puntos, con la prima en los 144 puntos básicos.