Diversificar y digitalizar el negocio. Esa ha sido la apuesta económica de los locutorios españoles para hacer frente a la crisis coyuntural y también estructural que sufre su sector por la implantación definitiva de las tecnologías digitales. El uso habitual de estos establecimientos ha ido decayendo lentamente en la última década por la llegada de internet. Pero no por ello estos centros han desaparecido. Todo lo contrario: han logrado adaptarse a la demanda, de forma que las habituales cabinas telefónicas son solo el principio de una oferta tan amplia que va desde ordenadores con conexión a internet --cibers-- a la venta de frutas tropicales. Así, con la búsqueda de fuentes de ingresos alternativas, los dueños de los locutorios intentan capear la crisis.

De hecho, según el presidente de la Asociación Nacional de Cibers (Ancibers), Antonio Expósito, el 90% de los locutorios españoles combinan esta faceta con ordenadores con conexión a internet. "Conectarse a través de internet es mucho más barato que hablar por teléfono", explica Rodolfo Flores, dueño del locutorio zaragozano Ciberbonet. "Es más barato y, además, se pueden ver la cara por webcam", concluye Edward Raigosa, uno de los propietarios de otro de estos centros en la capital, Cibervía.

Aún se sigue llamando

Cada vez son más las personas que se ponen en contacto con sus familiares sin coste añadido a través de una webcam o un servicio de mensajería instantánea desde sus propias casas. Pero esto no ha disminuido el uso de los cibers en estos locales. Según una encuesta elaborada por la asociación de locutorios Asocelom, el 97% de los clientes de este tipo de establecimientos son inmigrantes. Su presidenta, Sandra Rodríguez, explica que los usuarios habituales de estos centros "no pueden permitirse" tener internet en sus casas, "porque les resulta mucho más cara la cuota mensual en el hogar que el pago por uso". Incluso el aumento del paro ha hecho que muchos españoles, que hasta entonces no eran clientes habituales, utilicen los ordenadores de los locutorios para mandar currículos por internet, según asegura Raigosa.

Una hora en un ciber cuesta, de media, un euro. Un precio equivalente a una llamada de cinco minutos a Nicaragua en un locutorio. O incluso de apenas dos minutos, en el caso de llamar con una tarifa estándar de cualquier compañía telefónica. Pero, aun con todo, muchas personas siguen utilizando este método para comunicarse. "Aunque un euro te lo dejas en apenas unos minutos, hay muchas familias en el país de origen que no tienen acceso a internet, por lo que utilizan el teléfono", explica Raigosa. Es el caso de los inmigrantes nicaragüenses, en cuyo país tienen muy poco acceso a internet en comparación con otros como Bolivia o Perú. De hecho, para muchos locutorios, como el caso de Ciberbonet, son sus mejores clientes, puesto que suponen aproximadamente el 60% de sus usuarios.

Con unos precios más asequibles --la tarifa por minuto en una cabina suele costar, de media, la mitad de lo que valdría hacer la misma llamada desde un teléfono normal, según la presidenta de Asocelom--, ecuatorianos, rumanos, marroquíes y colombianos son, en este orden, los clientes más habituales de estos centros. No en vano, según la encuesta de la asociación, el 70% de las llamadas en locutorios se establecen con países latinos.

Repartidos por toda España --hay alrededor de 22.000 locutorios, según Rodríguez--, la diversificación de los productos ofertados ha permitido que estos centros puedan sobrevivir con menos problemas que otros sectores. Y aunque también están caracterizados por ser un sector con una fuerte volatilidad --cierres y aperturas constantes en locales distintos--, algo que dificulta el establecimiento de asociaciones fuertes a nivel nacional o datos más pormenorizados sobre su trabajo en las instituciones públicas, parecen capear la crisis con éxito, aunque no sin dificultades: "Si antes se llamaba una vez al día, ahora se hace una a la semana", asegura Rodríguez.