Al borde de la bancarrota, Portugal obtuvo en mayo de 2011 un préstamo de 78.000 millones de euros de la UE y el FMI. Redujo funcionarios, se produjeron recortes de los salarios del sector público y de las pensiones, subidas de impuestos y privatizaciones. En mayo del 2014, Portugal quedó liberado de la tutela de sus acreedores.