Nadie que se moviera ayer por los parquets o las pantallas de plasma para interesarse por la evolución de los índices, especialmente en las plazas europeas, encontraría otro tema de conversación que no fuera la rueda de prensa de Mario Draghi del jueves al mediodía. El presidente del BCE ofreció entonces mayor concreción que otras veces sobre las intenciones del banco emisor de compra de títulos de los bancos europeos para seguir garantizando liquidez al sistema financiero.

Por aquellas magias y contagios del mercado, esas intenciones fueron exageradas sin límite y la corriente vendedora, con volúmenes estimables, se hizo generalizada. Que no había para tanto se noto ayer mismo con el habitual fenómeno de rebote.

Eso sí, como cada vez que ocurre una sacudida, los analistas se instalaron en la incertidumbre para decir que el movimiento de fondo no está conjurado. La ya tópica "recuperación débil, frágil y desigual" con que Draghi se refirió al conjunto de las economías europeas, con la eurozona al frente va a pesar las próximas semanas. Y menos mal que, por casualidades del calendario, ayer no se pudo conocer la opinión del muy influyente mercado germano, que estaba cerrado por celebrar el Día de Unificación. Mejor que mejor, decían algunos, conocedores de que en Alemania no gustan las heterodoxias de Draghi. Por contra, la calma la aportó, otra vez, un buen dato difundido en EEUU: el paro ya está en el 5,9%.

El Ibex recuperó el 1,44% respecto al jueves, y dejó el ínidice en los 10.567 puntos.