Cualquiera que haya pasado una mala época en su vida se habrá visto expuesto a que un amigo bienintencionado le ha haya soltado aquella frase tan de libro de autoayuda de que "lo bueno de tocar fondo es que solo se puede subir". José Luis Sampedro expuso algo parecido de forma mucho más sólida: "Es tocando fondo, aunque sea en la amargura y la degradación, donde uno llega a saber quién es, y donde entonces empieza a pisar firme".

El problema, claro, es que resulta difícil saber si se ha tocado realmente fondo o si, como en esa escena arquetípica de las antiguas películas de aventuras, lo que le pasa a uno es que está chocando contra los distintos toldos que van a impedir que se estampe contra el suelo a pesar de haber caído desde una azotea. Esa era la duda que asaltaba ayer al analizar el comportamiento del Ibex 35. La jornada empezó muy mal, condicionada por la mala sesión de Wall Street en la víspera y del mercado japonés en la apertura. El Ibex 35 llegó a caer un 1%, hasta su cotización más baja en lo que va de año. Sin embargo, el selectivo español rebotó desde los 9.700 puntos.

La positiva apertura en Estados Unidos, tras un dato de pedidos de fábrica menos malo de lo esperado, permitió al Ibex subir el 0,3%, hasta los 9.754,3 puntos, y la prima de riesgo repuntó hasta los 211 puntos básicos. Pero no hay base aún para pensar que hayamos tocado fondo. A ver qué pasa con la reunión del BCE del jueves, en la que están puestos todos los ojos.