El jefe de Gabinete de la Agencia Española de Calidad Alimentaria (AECA), Ignacio Arranz, manifestó ayer que "hizo falta que se produjeran las crisis alimentarias de la pasada década para dar un revolcón y que la Unión Europea creara en el 2000 el Libro Blanco que consagra el control de la cadena de alimentos y como objetivo la protección de la salud, no el libre tránsito de mercancías". Arranz realizó esta reflexión en el curso de su conferencia sobre Seguridad alimentaria dentro del Congreso Nacional que organiza el Consejo General del Colegio de Veterinarios de España bajo el epígrafe La Veterinaria ante los retos de la ganadería del siglo XXI .

El congreso se celebra en el marco de la VI edición de la FIMA ganadera que ayer inauguró en Zaragoza el consejero de Agricultura del Gobierno aragonés, Gonzalo Arguilé. El salón, al que asisten 789 expositores de 27 países ha registrado un importante incremento en el número de empresas que acuden al mismo y se está consolidando como uno de los más importantes de Europa en su especialidad. Está prevista la visita de delegaciones comerciales de 24 países y la presencia de unas 50.000 personas.

Arranz realizó un análisis pormenorizado de la evolución normativa y de control para garantizar la calidad alimentaria, un panorama que, actualmente, calificó de "esperanzador" ya que se ha perfilado un nuevo enfoque integral. Aunque el Libro Blanco "no tiene eficacia normativa, el posterior reglamento 178/ 2002, si la define". Arranz, previamente, había criticado la poca eficacia que generaba una legislación sobre la que actuaban tres direcciones generales europeas, la III de Mercado Interior, la VI de Agricultura y la XI de Medioambiente, cada una de ellas con sus propios medios de control. "Las decisiones de corte sanitario no se pueden tomar en foros economicistas", llegó a decir en el congreso veterinario.

El representante de la AECA aseguró que hasta hace poco el marco regulador se miraba "al producto, olvidándose de la seguridad de los procesos". Frente a la globalización, Arranz insistió en que las "garantías hay que cifrarlas en origen. Los problemas alimentarios ya no tienen fronteras, la ventaja es que las soluciones también son compartidas".

Incidió en que los análisis de riesgos deben basarse en la evaluación, gestión y comunicación. No obstante, reconoció que pese a que la ciudadanía reclama "un nivel de riesgo casi cero, no se lo podremos dar porque eso sería la esterilidad del quirófano".

BADIOLA El presidente del Colegio de Veterinarios de España, Juan José Badiola, destacó durante la presentación del congreso: "La seguridad alimentaria está influyendo de tal manera en la producción que ha sido un reto espectacular para ésta y los veterinarios debemos reivindicar nuestro papel. Mucha gente desconocía que el veterinario estaba detrás del control de los alimentos". Badiola afirmó que el nuevo contexto de seguridad alimentaria exige la puesta en práctica de sistemas que faciliten al consumidor toda la información del proceso de producción de los alimentos "de la granja a la mesa o trazabilidad".

Arranz, por su parte, aseguró que la ampliación de la UE a 25 miembros no supondrá un descenso del nivel de seguridad alimentaria, aunque pronosticó que las principales carencias o retos vendrán de la funcionalidad de la red de alerta, en la coordinación y en acatar decisiones de conjunto. "Los problemas de uno acaban siendo de todos y hay que acostumbrarse a compartir soluciones", dijo.