Las grandes economías europeas --Alemania, Francia e Italia-- andan en la cuerda floja de la recesión. Francia e Italia, estancadas, intenta poner en marcha sin demasiado entusiasmo reformas para mejorar el crecimiento económico sin que se hayan producido consecuencias inmediatas. De hecho, Alemania acusa a la segunda y cuarta economías europeas de provocar una fuerte caída de sus exportaciones. Si los principales socios europeos no compran, el crecimiento de la locomotora europea se resiente. De hecho, el ministro de Economía de Angela Merkel, Sigmar Gariel, acaba de anunciar una revisión de las expectativas de crecimiento. Su mensaje es que la principal economía de la zona euro crecerá menos de lo previsto hace solo unos meses. Y fijó un crecimiento del 1,2% para este año, en lugar del 1,8% que había estimado en su anterior proyección. Para el año que viene, el crecimiento será del 1,3%, frente al 2% previsto.

El Banco Central Europeo no parece demasiado decidido a aplicar las medidas que hagan falta para mantener la actividad económica alta. Cabe recordar que el batacazo de las bolsas más recientes se produjo tras la última reunión del consejo de Gobierno del BCE en el que se esperaba que Draghi diera a conocer el programa de compra de activos del banco central. La decisión adoptada no satisfizo de ninguna manera a los inversores. Los mercados prefieren que el BCE refuerce sus medidas de estímulo y que los Gobiernos europeos sean más laxos con el programa de austeridad impuesto por Alemania. Así, "los mercados han decidido corregir a un escenario de crecimiento más plano. Hemos pasado de la recuperación a la estabilización", destacó ayer una analista.