Ser presidente de una mesa electoral, un puesto que muchos ciudadanos prefieren evitar dejando paso a los suplentes, le salvó la vida, el domingo pasado, a Fernando, un vecino de Fréscano, un municipio de la comarca del Campo de Borja.

El hombre de 59 años había constituido la mesa y sobre las 15.00 horas decidió irse a su vivienda a comer. Tardó más de lo previsto y los dos vocales comenzaron a ponerse «nerviosos», señala el alcalde de la localidad Jorge Cuartero. En ese momento activaron el protocolo para que la plaza se cubriera con otra persona, además de llamar a la Guardia Civil para informar de lo que había pasado. El hombre había vomitado en varias ocasiones por la mañana.

Cuando los agentes del puesto de Mallén fueron a la casa y vieron que nadie les abría decidieron entrar a través de una ventana, encontrándose a Fernando tumbado en el sofá, en estado semiinconsciente y con restos de sangre en la boca. Al recuperar la consciencia, este vecino comenzó a convulsionar, por lo que fue auxiliado por los agentes hasta la llegada de los servicios médicos. Posteriormente fue trasladado en ambulancia al hospital Clínico Lozano Blesa de la capital aragonesa, con una posible hemorragia digestiva. Este hombre continúa ingresado a la espera de los resultados de varias pruebas.

Un final feliz derivado de una obligación con la Democracia. Mientras Fernando era trasladado al hospital, la mesa electoral se reconstituyó con un nuevo presidente para que casi los 200 vecinos llamados a votar ejercieran su derecho. Ganó el PSOE con 34 votos, seguido de los 30 del PP que empató con Vox.