El actor italiano Nino Manfredi falleció ayer en un hospital de Roma, donde fue ingresado después de que en los últimos meses hubiera padecido problemas respiratorios. El protagonista de películas tan populares como El verdugo, Una mujer y tres hombres y En nombre del Papa Rey tenía 83 años.

Saturnino Manfredi, ya que ese era su verdadero nombre, pertenece a la gran generación de actores que sustentaron la gran comedia a la italiana. Fueron, entre otros, Ugo Tognazzi, Alberto Sordi y Vittorio Gassman y se hicieron populares gracias a su capacidad de retratar, tanto en el teatro como en el cine, las cualidades y los defectos del italiano medio.

Todos ellos --con Marcello Mastroianni intermitentemente-- reflejaron los vicios y las virtudes de la pequeña burguesía, surgida en los años 50 de las ruinas de la segunda guerra mundial, y crearon su cliché en el mundo.

Manfredi nació en 1921 en Castro dei Volsci, un pueblecito de la provincia de Frosinone, a 100 kilómetros de Roma. Pronto se sintió atraído por el teatro pero para contentar a sus padres se vio obligado a estudiar Derecho, carrera que jamás ejerció. Paralelamente a esos estudios se matriculó en la Academia de Arte Dramático. Reclutado por Vittorio Gassman, interpretó a Pirandello y Shakespeare en el Piccolo Teatro de Milán.

Empezó su andadura artística en la radio y en los años 50 era un secundario imprescindible junto a los más populares Alberto Sordi o Vittorio de Sica. Uno de los directores que mejor le comprendió, Nanni Loy, le ofreció el papel de ladrón patético en la segunda parte de Rufufú y eso le sirvió de impulso para ascender al protagonismo en A caballo de un tigre (Comencini, 1961) y la magnífica Anni ruggenti (Zampa, 1962).

Fue en esos años y con la llegada de la televisión cuando se convirtió en una figura muy querida por todos los italianos a través del programa de variedades Canzonissima . Manfredi multiplicó sus actividades y debutó en la realización en esa época dirigiendo e interpretando un episodio de la película L´amore difficile , uno de sus mejores trabajos tras la cámara junto con Las tentaciones de Benedetto.

Los italianos recordarán a Manfredi como el carpintero Geppetto, padre de Pinocho, en el homónimo filme de Comencini (1971) . O como desorientado antihéroe de Aventuras y desventuras de un italiano emigrado (1973), de Franco Brusati. El actor brilló particularmente con determinados directores que supieron utilizar su inteligencia como Antonio Pietrangeli en Yo la conocía bien (1966); Luigi Magni, en En nombre del Papa Rey (1977); Ettore Scola (Una mujer y tres hombres , 1974, Brutos, sucios y malos , 1976), y Nanni Loy (El padre de de familia, 1968).

Mención aparte merece su protagonismo en el El verdugo, de Luis García Berlanga, en la que compuso a un pobre tipo obligado por las circunstancias políticas y sociales.

En los últimos años, un espot televisivo de una conocida marca de café le hizo entrar diariamente en las casas de todos los italianos, hasta el punto que solía decir que con los ingresos de aquella publicidad habría podido vivir tranquilamente durante toda su vida.

Pero eso no le apartó de la interpretación que cultivó hasta el final. Su último trabajo en el cine le trajo de nuevo a España, con La luz prodigiosa (2002), de Miguel Hermoso, en la que compartió reparto con Alfredo Landa y Kiti Manver encarnando a un García Lorca, viejo y vagabundo, a quien la ficción del filme había salvado del pelotón de fusilamiento.