Creativamente hablando, 2020 ha sido propicio para el poeta zaragozano Ramiro Gairín Muñoz, que ha publicado dos poemarios en este año aciago. Uno de ellos es Llegar aquí, publicado por la onubense Versátiles Editorial, del que cabría decir que es un libro bien apropiado para leer en estos tiempos en que la pandemia ha modificado la forma de relacionarnos, pues nace de la convivencia y del amor, que insuflan la vida necesaria para construir el poema.

Son estos, pues, unos poemas que surgen en realidad de dos autores, ya que si ciertamente todos parten de la pluma del poeta que los firma, no podrían concebirse ni entenderse sin la existencia de la persona a la que van dirigidos. Esa sincera intensidad hace que guste recorrer de principio a fin el poemario, en el que el amor impregna lo que está al alcance de la mirada del poeta, lo tiñe con sus propios tonos y de una manera u otra le da su último sentido.

Esas cosas y situaciones que cobran entidad al ser tocadas por la mirada acompañada son cotidianas, y se convierten aún en más accesibles y reconocibles para el lector. La llegada a la casa propia, un día de excursión en el monte, el mero trayecto en el ascensor antes de que la jornada laboral bifurque los caminos o la conversación que hace recuento de esa jornada, al terminar el día, son algunos de esos momentos a la vez pequeños pero fundamentales que cobran cuerpo poético gracias a que el autor tiene la oportunidad de compartirlos. Incluso momentos no tan buenos se desvelan gracias a la luz de esa convivencia, como en el poema Balanza, con unos versos que la situación actual hace que se lean de otra manera: “El mundo va a seguir lleno de cosas / a las que no les asusta / el nombre extraño de la enfermedad”.

El álbum de fotos de la boda de un poeta seguramente contendrá versos en vez de imágenes. Es lo que Ramiro Gairín ofrece en Llegar aquí, un libro al que gusta volver para revivir el recuerdo y fortalecer el presente.