No hay datos que lo corroboren, pero quiero imaginar que entre las 160.000 personas que acudieron a la exposición inaugural de Joaquín Sorolla en la Hispanic Society of America de Nueva York, fundada por Archer M. Huntington, que tuvo lugar entre el 4 de febrero y el 8 de marzo de 1909, asistió Anna M. Christian (1876-¿1953 o 1961?), quien fascinada por la obra de Sorolla decidió dejar sus estudios de arquitectura en la Universidad de Columbia y viajar a un país que acababa de descubrir a través de la pintura. Su propósito era fotografiarlo siguiendo los pasos y consejos del artista, tan ajeno a las españoladas, como advirtió en diversas ocasiones. Fue Huntington quien les presentó, no en vano Christian procedía de una importante familia de industriales del Estado de Minneapolis y, con el paso del tiempo, ella misma pasó a integrar el selecto grupo de Los Cuatrocientos.

El 14 de octubre de 1913, Anna Christian escribió a Sorolla proponiéndole cenar en el Hotel Edouard VII de París, donde se alojaba. Les acompañarían un amigo americano y el barón Castelle. Sorolla, que estaba en París con su discípulo y futuro yerno, Francisco Pons Arnau, para pintar los nuevos retratos que le había encargado Thomas Fortune Ryan y entrevistarse con Huntington, escribió al día siguiente a su esposa Clotilde y, entre otros asuntos, le contó el encuentro con la fotógrafa: «está un poco más gruesa, hablamos mucho de ti y de María. Es probable que venga a España». Como ya informamos en nuestro anterior visor, parte de los meses de agosto y septiembre de 1914, Sorolla los pasó en Jaca, en compañía de su familia, para realizar dibujos, bocetos y pinturas del paisaje de Aragón, la jota.

Joaquín Sorolla y su hijo, en Jaca, en 1914.

No había tiempo que perder en la realización del encargo para la Hispanic Society, por lo que decidieron celebrar la boda de su hija María con su discípulo Pons Arnau en la catedral de Jaca. Y desde Jaca viajaron a Ansó para atender a los personajes que iban a protagonizar el panel de Aragón. En el archivo de fotografía antigua del Museo Sorolla de Madrid se conservan varios reportajes realizados por Anna Christian. Uno de ellos corresponde a su estancia en Jaca durante aquel verano de 1914. Se trata de fotografías íntimas de los diferentes miembros de la familia Sorolla, tomadas en los alrededores de Jaca, en los mismos paisajes que el pintor dibujaba o pintaba en sus bocetos y estudios. Y, por supuesto, también las calles, edificios e interiores de Jaca suscitaron su atención. La fotografía Farmhouse de Jaca que Noemí Espinosa dató en 1915, en su tesis doctoral dedicada a las fotógrafas de la Hispanic Society, bien pudo ser realizada en 1914.

Desde Jaca viajó a Madrid donde, entre el 21 de octubre y el 2 de noviembre, hizo un exhaustivo reportaje de la casa de Sorolla. De fines de 1914 y 1915 son las espléndidas fotografías de las playas valencianas que tanta correspondencia visual tienen con las pinturas de Sorolla, y las imágenes de barracas valencianas, en respuesta a su interés por la arquitectura popular.

En 1915 la Hispanic adquirió 65 fotografías de Anna Christian, quien expresó su gratitud manifestando a Huntington su deseo de donar su archivo tras su muerte. El 18 de julio de 1916 envió 695 ampliaciones y 631 al año siguiente. En diciembre de 1916 la Hispanic presentó la exposición Photographs of Rural Spanish Home, 75 fotografías pictorialistas de Anna Christian, centradas en arquitectura rural y escenas íntimas que tanta influencia iban a tener en una visión renovada, por su carácter poético, de la etnografía, y en el enfoque de trabajo de Ruth Matilda Anderson, destacada fotógrafa de la Hispanic. En 1918, la exposición se presentó en el Minneapolis Institute of Fine Arts.

Niños, en la plaza de Biscos, en 1914.

OBRAS HERMOSAS

En torno a diciembre de 1922 o enero de 1923, Anna Christian escribió a la familia Sorolla para comentarles su contento por tener con ella a su hijo Joaquín, que obligado por la enfermedad de su padre había viajado a Nueva York para hacer entrega de las obras que Huntington le había encargado para la decoración de la biblioteca de la Hispanic. Respecto a los cuadros, les confirmó que eran mucho más hermosos de lo que ella había soñado; Huntington opinaba lo mismo. Ambos estaban convencidos de que no había ninguna colección en el mundo con un trabajo como el de Sorolla en la Hispanic.

El 13 de septiembre de 1929, el diario ABC publicó el artículo Las amigas de España, de su corresponsal en Nueva York, Miguel de Zárraga, dedicado a las mujeres hispanófilas, apenas conocidas frente a la fama de sus homólogos masculinos. Atendió a la doctora Mabel Smith Douglass, creadora del New Jersey College for Women que aspiraba a fundar una Escuela Española Modelo; y a la aristocrática millonaria Anna Christian Auchincloss, quien casi todos los años viajaba a España, en ocasiones acompañada por Rosario Carmona. Quiso recordar el periodista que el primer amigo de Anna Christian fue Sorolla, «que la orientó en su deseo de conocer, no la España de pandereta, sino la real y la maravillosa inmortalizada en múltiples monumentos artísticos. Y ella, fotógrafa admirable, pudo obtener así una colección fantástica de cuadros españoles, cuyos positivos amplió e iluminó tan sorprendentemente que cuantos contemplan sus proyecciones sobre una pantalla se quedan deslumbrados. Porque en esa pantalla, que nada tiene que envidiar a la del más moderno teatro cinematográfico, hombres y mujeres desfilan en su tamaño natural, y los edificios que les rodean producen la impresión de que, asomándonos a un invisible ventanal, estamos contemplando a España».

En aquel momento, el archivo Christian contaba con más de 2.000 fotografías en color que mostraba en sucesivas exposiciones, algunas de las cuales en los más selectos clubs aristocráticos, cuyos ingresos durante el periodo de guerra se destinaron a la Cruz Roja. Entre sus planes actuales: organizar un ciclo de conferencias, con ayuda de Nena Belmonte, a favor de un fondo destinado a las actividades del Instituto de las Españas. Y una idea: abrir los jardines privados de España a personas adineradas que, como ella, se dedicaban a visitar los más bellos jardines del mundo; «una caudalosa fuente de ingresos que pudiera explotarse en beneficio de España», uno de los pocos países, si no el único, que no participa de esa importante fuente de turismo.

En 1961 la conservadora del departamento de Iconografía de la Hispanic contactó con el hijo de Anna Christian, Samuel S. Auchincloss, para informarle que Francisco García Lorca había solicitado permiso de reproducción de algunas fotografías de su madre sin obtener respuesta a la dirección de Cuernavaca donde la viajera Anna Christian encontró su refugio.