La caravana por la paz en Palestina de la Asociación de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, encabezada por escritoras, cantantes y actrices --aunque tampoco faltaron a la cita hombres solidarios--, se marcó el objetivo de empuñar su mejor arma, la música, y de mostrar su solidaridad con un pueblo que desde la guerra de 1967 está viviendo uno de sus peores momentos. La expedición regresará el martes con la satisfacción de haber cumplido su misión.

Ni los tanques israelíes que tomaron Ramala y Belén y vaciaron las arcas de sus bancos, ni el continuo de goteo de asesinatos indiscriminados, está impidiendo que el grupo, liderado por Cristina del Valle, haya desenfundando sus guitarras y tambores y lleve su aliento a una población asfixiada económica y moralmente.

DOS ARAGONESES

El muro de la vergüenza con el que Ariel Sharon intenta aniquilar al pueblo palestino está haciendo estragos en una sociedad hambrienta de ayudas. Y las canciones y consignas por la paz de autores y artistas como Marina Rosell, Mónica Randall, Silvia Abascal, la aragonesa Carmen París o Lucía Etxebarría, el zaragozano Angel Petisme y Tontxu, son recibidas como un maná caído de ese cielo sin fronteras.

El primer asentamiento musical estaba previsto para el jueves en la plaza del Pesebre de Belén, pero las autoridades palestinas no vieron conveniente que se realizara en una zona en la que a pocos metros los niños se estaban enfrentando con sus piedras a los soldados, que les respondían a tiros.

Al final, en un teatro de Belén, Marina Rosell pudo entonar Bufa ventet, con el músico palestino Astoral Abu Sharma y Mercedes Ferrer abordar su Revolución ("con la cadena del amor destruiremos el muro del odio", dijo la cantante). A partir de ese día, la comitiva decidió asaltar también las calles, los colegios, los controles del ejército israelí y hasta el mismísimo muro e improvisar ahí sus actuaciones.

La más emotiva fue la del viernes, en una escuela de niños de Qalquilia. El muro que rodea la ciudad está literalmente adosado a las ventanas de sus aulas. Pero durante media hora, una brizna de aire renovado entró en sus pequeñas vidas al ritmo de canciones desconocidas.

Los dos autocares en los que viajaban la caravana de paz regresaron ayer a Ramala para encontrarse por la mañana en la semidestruida Mukata con un Yaser Arafat que agradeció la visita, "en un momento tan difícil". Y confesó temer nuevos ataques suicidas en Israel después de que el viernes helicópteros judíos asesinaran a tres palestinos (un niño entre ellos); no sin antes condenar este tipo de represalias.

CONCIERTO EN RAMALA

El broche de oro lo pusieron ayer con un macroconcierto en el Teatro Principal de Ramala que vibró con sus intérpretes locales y esas "estrellas extranjeras que han iluminado el cielo de Palestina". Son palabras del ministro de Cultura, Yehya Yakhmel. Juntos versionaron El muro , de Pink Floyd, con un estribillo que reza lo siguiente: "Killer, Sharon. Déjanos en paz / No queremos ser otro ladrillo más / No queremos ser otro ladrillo en tu muro". Por unas horas, esta ciudad sitiada fue golpeada de nuevo pero con la fuerza de la poesía y la solidaridad. Algunos, como otras tantas veces, lloraron. "Shukran" (gracias), fue todo lo que la emoción les permitió decir.