El actor británico Christian Bale cumplió ayer con su cita con la Berlinale, liberado de los kilos que reclamó su caracterización para el personaje de Dick Cheney en la película El vicio del poder, un papel en el que se vio a sí mismo como un batracio o como un bulldog. «Un sapo, me veo como un sapo», afirmó, para añadir luego la palabra «bulldog», en la presentación de ese filme, proyectado en la sección oficial del festival aunque fuera de concurso y en el que Bale demostró de nuevo sus dotes camaleónicas.

«Mi cuerpo grita pidiendo ayuda: si sigues así, morirás», respondió luego, a una pregunta alusiva a los cambios de imagen a que se somete para adaptarse a los personajes requeridos. Esquivó, sin embargo, la pregunta de si estaría dispuesto también a interpretar al actual presidente de EE.UU., Donald Trump, y pretextó que «otros lo han hecho ya».

Bale acudió a la capital alemana junto con el director del filme, Adam McKay, dentro de la gira europea de promoción de la película que recrea en tono crítico la figura del exvicepresidente de EE.UU. y que está nominada a los Óscar a mejor película, mejor dirección y mejor actor. El vicio del poder es el único largometraje estadounidense incluido en la sección oficial de la Berlinale, un festival más bien volcado al cine europeo o asiático, con vocación de explorar en lo periférico.

Bale era la presencia más mediática de la jornada, pese a no estar en la lucha por los Osos del festival, competición que ha quedado reducida a 16 aspirantes por la retirada, por problemas técnicos, de la película Yi miao zhong (One second) con que iba a competir el director chino Zhang Yimou.

Por otro lado, el domingo por la noche se conoció que el nuevo proyecto de la cineasta española Carla Simón, Alcarràs, de la productora Avalon PC, ha resultado ganador del Eurimages Co-Production Development Award, dotado con 20.000 euros, un premio concebido como ayuda para el desarrollo de conceptos prometedores. Además, la también catalana Neus Ballús presentó Staff only, una película ambientada en Senegal, en la que retrata a través de los ojos de una adolescente las complejas relaciones de los turistas con los nativos dependientes del turismo masas.