Si Beautiful boy finalmente no estuvo entre las películas nominadas a los Oscar no fue por falta de actitud, si algo está claro, es eso. De hecho, mientras la película (que es una adaptación de la novela de David Sheff que contaba con el mismo título, retrata la traumática relación entre un padre y su hijo mientras este último transita el infierno de las drogas, demuestra ser un ejemplo del peor tipo de cine con ínfulas con todo lo que eso conlleva. No solo abusa del miserabilismo sino que estiliza sus momentos más trágicos para hacerlos bonitos, y en el proceso trata de compungirnos de las peores maneras. Peor aún que todo eso, Beautiful boy finge ser una reflexión honda sobre la adicción pese a que casi todo cuanto tiene que decir sobre ella es que de fumarse un porro a chutarse hay solo un paso. NANDO SALVÀ