Un cóctel perfecto se preparó ayer a las 19.30 horas en la plaza del Mercado de Calatayud. La vista se pudo deleitar con el estallido de color que representan a las diez peñas bilbilitanas: el rojo, el verde, el amarillo, el naranja, el azul, el rosa, el morado, el negro, el gris y el blanco, que se distribuían por la plaza juntos pero no revueltos. La mostaza, el ketchup, la harina y los huevos volaban por los aires en la antesala de un chupinazo que se prometía limpio pero que no lo fue. Y en los soportales de la plaza, unas barras provistas de abundante cerveza quitaban la sed a los peñistas a pocos minutos de la hora esperada. Y de pronto llegó, el cohete, o "cuhete", que estalló con fuerza en un cielo que daba la bienvenida al atardecer más jovial de la localidad. Las serpentinas y el confeti multicolor no hizo más que intensificar el carácter festivo en una plaza en la que los disfraces y abalorios dejaban entrever las ansias de los peñistas por empezar sus fiestas mayores, unas fiestas hechas por y para ellos.

PEÑISTA DEL AÑO El encargado de prender el cohete este año fue Efrén Navarro, el peñista del año, que ataviado con la camisa multicolor que representa a los 4.500 peñistas, en el balcón del ayuntamiento se acordó de todos ellos y gritó un viva por San Roque que la plaza le devolvió con más intensidad. A este cohete le siguieron diez más, uno por peña, que estallaban uno tras otro. Mientras, la imagen de San Roque presenciaba sereno la escena, ajeno a la fiesta posterior que iba a vivir junto a los peñistas. Repentinamente, las charangas se hicieron dueñas y señoras de una plaza por la que paseó al ritmo la imagen de San Roque.

Las charangas en procesión festiva junto al santo, pasearon por la calle Eduardo Dato hasta llegar a las distintas carpas de las peñas. Las brechas generacionales se acortaron en la tarde de ayer y en el pasacalles se pudo ver niños tocaron bombos junto a ancianos que portaban el símbolo de San Roque. En Calatayud la fiesta religiosa y la pagana se entremezclan ofreciendo un escenario singular. Nunca San Roque danzó tanto gracias al brío de los componentes de la cofradía que lo aguantaban a hombros, ni tantas personas se acercaron a él para tocarlo y santiguarse. "Las fiestas, a pesar de ser en la calle, tienen unos momentos esenciales basados en la tradición, que es por los que la gente repite", expresó el alcalde de Calatayud, José Manuel Aranda Lassa. El chupinazo y la subida a la ermita San Roque, en la madrugada del sábado 16, son los más significativos. Para Efrén Navarro las fiestas son "un punto de encuentro y amistad en el que los problemas desaparecen". Y precisamente era alegría y jolgorio lo que se respiraba ayer en Calatayud en el que se vieron abrazos, gritos e incluso algunos lloros de alegría en el comienzo, según un peñista orgulloso, de "las mejores fiestas del mundo", en las que este año, la peña Desbarajuste y la peña Sobera cumplen 45 años de su fundación.

El chupinazo anticipa la fiesta, declarada de interés turístico regional, que se vivirá los próximos días en Calatayud y que culminará el día del patrón, el sábado, con una peculiar romería nocturna a la ermita en su honor.