Una gran faena de Antón Cortés, dechado de arte y torería, quedó sin embargo inconclusa al no tener la oportuna rúbrica de la espada. Fue lo mejor de la tarde de ayer en Las Ventas, en una corrida que presenciaron, en la barrera del uno, el Príncipe Felipe y su prometida Doña Letizia, acompañados a uno y otro lado por la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, y por el matador de toros retirado Angel Luis Bienvenida. La plaza registró algo más de tres cuartos de entrada en tarde lluviosa, con aguacero en la segunda parte del festejo.

Se lidiaron cinco toros del Puerto de San Lorenzo, bien presentados y de juego desigual. Destacó el cuarto. El tercero fue un sobrero del Conde de la Maza, un gran toro, de mucho temple y extraordinario son, naturalmente aplaudido en el arrastre.

José Pacheco El Califa : estocada (ligera división al saludar, con más palmas que pitos); y pinchazo y media (silencio tras un aviso).

Eugenio de Mora: pinchazo a toro arrancado y estocada caída (silencio); y media (silencio).

Antón Cortés: cuatro pinchazos, estocada y descabello (gran ovación tras un aviso); y diez pinchazos y tres descabellos (aviso y gran ovación en la despedida).

A Cortés se le abre un futuro esplendoroso a pesar de no haber dado la vuelta al ruedo con las dos orejas que tenía ganadas al fallar con la espada. La corrida tuvo otra contrariedad, como fue la lluvia, esta vez pasada por alto por el clima de felicidad que había en la plaza. Y es que el gitanito albaceteño toreó como sueñan los toreros, algo que parece imposible, pero por la gracia y la torería, por el valor para estar en el sitio y en los momentos justos, por la firmeza y el sentimiento, por el aroma que desprendía cada movimiento, por la torería en suma, sencillamente, lo bordó.