The final cut compitió en la Berlinale y ayer se presentó con el título de La memoria de los muertos en la sección competitiva del festival de Sitges. En ambas ocasiones, el joven guionista y director de la película, el jordano-libanés Omar Naïm, acudió para hablar de su inquietante obra, protagonizada por Robin Williams. En el ambiente futurista de La memoria de los muertos , las familias con recursos acuden a una compañía que implanta en el cerebro del bebé un chip en el que quedan grabados todos los recuerdos de su vida posterior. Una vez muere, estos momentos de su vida pueden salir a la luz. Por ello, es de suma importancia el papel del montador de esos recuerdos (papel que interpreta un sobrio Robin Williams), ya que puede omitir detalles que mancillarían la bonhomía del egregio personaje.

La idea argumental de la manipulación de los recuerdos es buena y se abre a un abanico de posibilidades que Naïm, de haber tenido más edad --aunque él considera que la juventud ha sido "una ventaja"--, podría haber aprovechado mejor, especialmente en la vertiente de la mala uva. Tras advertir que en La memoria de los muertos no hay ningún mensaje tácito o explícito, Naïm admitió que se había sentido perdido o confuso en varios momentos de la creación del guión y, también, en el proceso de montaje. "Pero tuve la suerte de contar con grandes profesionales en mi equipo".

La otra cinta en concurso proyectada ayer fue The birthday , del alicantino Eugenio Mira que a elegido para su debut el idioma inglés y actores americanos (Corey Feldman, Erica Prior y Jack Taylor).