Una novela de personajes para "conmover y ver de dónde venimos, lo que hemos conseguido y no perderlo". Así define Paloma Sánchez-Garnica La sonata del silencio (Planeta), su quinta novela, que presentó ayer en el hotel Don Yo, dentro de los actos de la Feria del libro de Zaragoza. Un libro en el que la escritora aborda la "realidad cotidiana" de la dura posguerra que se vivió en España y que centra en el Madrid de los años 40. La escritora estuvo acompañada por el escritor José Manuel González y por el coordinador de las actividades de la Feria del libro, Juan Bolea.

"Lo que sucedió en esa década --explicó Sánchez-Garnica-- fue el caldo de cultivo que se ha mantenido hasta antes de ayer porque las mentalidades han ido cambiando muy poco a poco, a pesar de las leyes y, en cualquier caso, no se murió Franco y al día siguiente ya éramos una democracia". Y es que, aseguró la escritora, "cuando terminó la guerra no llego la paz porque hubo mucho miedo, silencio, heridas abiertas y un retroceso de medio siglo en el ámbito legal y social sobre todo para las mujeres. Todo lo que habíamos conseguido, desaparece, se vuelve al siglo XIX, mentalidades incluidas".

AMISTAD "MAL ENTENDIDA" Es en ese campo donde transcurre la novela que arranca con una amistad "mal entendida" entre dos hombres que condena a uno al ostracismo y a la cárcel. "La amistad entre dos hombres --señaló la autora-- era prioritaria en la época con respecto a la mujer y la familia y condiciona a todos los que están alrededor. En este caso, la salvación de uno supone la condena de los otros...".

Lo que cuenta La sonata del silencio "es la esencia del ser humano porque, al final, todos tenemos similares aspiraciones y anhelos y siempre acabamos fracasando por parecidos odios", defendió la escritora que desgranó cómo era ese costumbrismo que impregna la novela y que se vivía en enero de 1946 en las calles de Madrid.

"Es una época en la que una poca gente vivía en abundancia pero en que la mayoría sufría la escasez de casi todo. Un tiempo en el que la Iglesia no solo imponía la forma de pensar, de vestir y de relacionarse sino que marcaba también el ritmo de vida. Un claro ejemplo era que desde el miércoles santo hasta el sábado santo todo tipo de entretenimiento quedaba clausurado", desgranó Paloma Sánchez-Garnica.

En esos años, en Madrid "pero también en el resto de España, la radio estaba en todas las casas y, en el ámbito legal, hasta el 61 no se aprobó una ley contra la discriminación laboral y salarial de la mujer, que, en aquellos tiempos, solo podía dedicarse a la educación, el cuidado y el servicio", reveló la escritora que explicó que la mujer estaba condenada casi al ostracismo en una sociedad y, por lo tanto, es la que "más sufrió esta posguerra", concluyó la autora de un liro al que José Manuel González calificó como "una historia de amor preciosa".

MÁS ACTIVIDADES La de Paloma Sánchez-Garnica no fue la única actividad que vivió el primer domingo de la Feria del libro ya que, por ejemplo, tuvo lugar una de las principales novedades de este año, la dramatización de un texto de Margarita Barbáchano realizada por la propia autora, Blanca Bellostas y Maite Sequeiro bajo la dirección de Luis Merchán.

También hubo hueco para la poesía con Magdalena Lasala y enrique Villagrasa dialogando sobre sus poemarios Aquel sabor de lo invisible y Lectura del mundo. O para que Ángel Cristóbal Montes pusiera de largo ante la ciudadanía su obra La democracia no ha sobrevivido (Ediciones B) en el que aborda los fallos que ha sufrido la democracia española en las dos últimas décadas. La jornada, animada una vez más en cuanto a público, había arrancado con la presentación del nuevo número de la revista de la Asociación Aragonesa de Escritores, Imán y también acogió por la mañana un taller de poesía para niños bajo el título Poemas para gente que crece, impartido por María Dolores Tolosa.