Millones de creadores volcando su trabajo en la red. Gratis en términos monetarios, o a cambio de reconocimiento social, visibilidad, consecución de méritos curriculares, satisfacción de la vanidad. Llevados por el entusiasmo, una pasión creativa que tiene su doble cara y funciona también como anzuelo que ata a una maquinaria productiva que convierte a académicos, artistas o periodistas en precarios crónicos. Este podría ser un posible resumen de El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital, el texto con el que la profesora de la Universidad de Sevilla y de la UNED Remedios Zafra (Córdoba, 1973) ha ganado el premio Anagrama de Ensayo.

En rueda de prensa en Barcelona, Zafra definió ayer su trabajo como el análisis de una generación instalada «en un escenario de precariedad y desilusión que se ha hecho estructural». «La red nos ha convertido a todos en productores creativos, en lugar de pocos que escriben para muchos, hoy somos muchos que escribimos para muchos, todos creamos y distribuimos, con el sueño de convertir la afición en trabajo remunerado», explicó.

Pero ese entusiasmo voluntarista convierte al «trabajador hipermotivado» -sea «becario sin sueldo, trabajador precario, colaborador, periodista, investigador en formación o joven conectado»- en un perpetuo «precario o aspirante» en competencia continua con sus iguales.

Más allá de la degradación del entorno laboral que supone caer en esta trampa, el entusiasmo de los creadores convertidos en hámsters metidos en una rueda histérica tiene otros efectos colaterales sobre la creación. La hiperproducción irreflexiva («llevados por la inercia de la velocidad, no pueden dejar tiempo de pensamiento»). La productividad mesurable como principal criterio académico («obsesión por formas cuantificadoras, con la academia entretenida cada vez más en publicar en revistas de impacto y en los índices de evaluación»). La falta de tiempo para exponerse a ideas ajenas («las redes contribuyen a hacer más visible lo que ya pensamos, porque tendemos a rodearnos de los que piensan como nosotros,», lo que «deja fuera conceptos como la tolerancia»). El excesivo de emotividad, felicidad impostada, irracionalidad o vociferación en la red («el que escribe en la red equipara el ser visto con el valor, y cuanto más entusiasta eres, más visible parece que vayas a ser»)…

Remedios Zafra hizo ayer una defensa del ensayo como género subversivo, «no porque asuste, sino porque cuando todo nos conduce a simplificar, ayuda a hacer el mundo adversativo, a entender las contradicciones de nuestra época».