El bosque sabe tu nombre se convirtió en todo un fenómeno literario tanto por la buena acogida de crítica como de público y en un futuro se verá en la pantalla pero «no puedo decir nada, lo siento», asegura Alaitz Leceaga, que esta semana ha visitado Zaragoza para promocionar su segunda novela, Las hijas de la Tierra (Ediciones B), otra gran historia, ahora ambientada en La Rioja a finales del siglo XIX, con el mundo del vino como telón de fondo.

-Tras el éxito de su debut literario, ¿fue un reto escribir ‘Las hijas de la tierra’?

-De alguna manera viví aquello con dos partes. Por un lado, esa que te hace mucha ilusión, el conocer a esos nuevos personajes que ya tenía en la cabeza, esa nueva trama, esa emoción de una nueva historia; pero por otro lado, estaba el respeto a todos aquellos lectores que se habían apasionado con la historia de El bosque..., respeto por querer darles algo que les gustase tanto y les moviera tanto como aquella.

-¿Piensa en el lector cuando escribe?

-Escribir tiene dos partes, la previa, la de planear, resumir, documentar... y luego, la parte de teclear. Al final lo que intentas es que esa escena en la que tú has trabajado, le haga al lector todas las emociones, miedo, amor, pasión, nostalgia que quería transmitir.

-Solo hay un año de diferencia entre una y otra. ¿Cómo surgió ‘Las hijas de la Tierra’?

-Yo soy de esos autores que siempre están escribiendo. Ya tenía la primera idea, la imagen de esas tres hermanas poderosas pelirrojas, pero es durante un viaje promocional de El bosque sabe tu nombre a la zona de La Rioja, cuando vi ese paisaje, con el cielo abierto... tuve esa sensación de que era el escenario donde quería situar la novela.

-¿Le interesaba antes el mundo del vino?

-Sí, me interesaba muchísimo. Aún así, el proceso de documentación también fue importante y algo en lo que profundicé en la historia y me gustó comprobar, fue que aunque la industria del vino es moderna, en la que se conocen los procesos por los que se elabora el vino, todavía persiste ese pequeño toque especial, ese toque mágico que hace que dependa de algo como la lluvia, que escapa a nuestro control, o la luna, o el estado de la tierra.

-¿Cómo definiría a las tres hermanas protagonistas?

-A pesar de tener características físicas parecidas, son muy muy diferentes en el carácter. Gloria es el corazón sin ninguna duda de la historia, el empuje, la fuerza. Teresa, la mediana, es claramente el cerebro, a día de hoy sería una ingeniera, una matemática, una mujer brillante; y Verónica, la pequeña, que puede que sea la hermana más sensible, la más especial, es casi el alma de esa historia, porque tiene una sensibilidad única, que la convierten en una chica casi mágica.

-¿Siempre pensó en que fueran tres mujeres?

-Sí. En El bosque... las protagonistas eran dos hermanas gemelas y el conflicto y drama de la historia surgía de la relación entre ambas. Para esta novela quería algo que fuera muy distinto, y me atraía que fuera al contrario, que la fuente del conflicto no fuera la relación entre ellas si no que fuera el motor de la historia.

-¿Le gusta sorprender al lector? Lo pregunto porque, sin desvelar demasiado, la historia de la madre o de Rafael, el hermano, no la esperaba.

-(ríe). Sí, me gusta sorprender al lector porque como lectora me gusta que me sorprendan, ese giro que te deja sin aliento, y que cuando cierras el libro y sigues con tus asuntos, todavía piensas en ese giro de la historia.

-Le da voz a mujeres silenciadas. ¿Era el momento?

-Es curioso porque cuando te planteas escribir una historia sobre tres hermanas a finales del siglo XIX en el mundo del vino, y empiezas a investigar, descubres que muchos de los empleos de esa nueva industria que empezaba a nacer, estaban desempeñados por mujeres. Cuando me trasladé a la zona para investigar, descubrí que de alguna manera no quedaban sus nombres ni su huella, pero sí el recuerdo de los hijos de los hijos de los hijos y quería traer las voces de todas aquellas mujeres al presente.

-Es una historia muy dura, hay abusos, muertes...

-Es dura. Hay lectores que me dicen que en alguna escena lo pasaron mal leyendo, y yo como autora pienso… siento que lo hayas pasado mal pero me alegro también porque lo que intentas cuando escribes es poner al lector en esa situación, transmitirle toda la dureza de todo el momento histórico. Es una historia dura pero creo que era necesario para que fuera justa y ajustada a la realidad histórica.

-Así era la vida, aunque no siempre.

-Claro, por eso me parecía poco veraz traer las voces de todas ellas al presente y no reflejar la desigualdad evidente que se vive en ese momento.

-El realismo mágico está otra vez muy presente.

-Personalmente me gusta mucho y además pensaba en tlos lectores de El bosque… lo que todavía siguen mencionando el ver en situaciones creíbles esas pequeños destellos de fantasía.

-¿Qué papel juega la naturaleza y el paisaje?

-Están muy presente, pero no solo como decorado, si no porque determinan la vida de los personajes y su destino.

-¿Y la culpa?

-En El bosque... estaba representada en aquel fantasma o no de la hermana de Estrella. Aquí, la culpa es algo de lo que tienen que ir desembarazándose los protagonistas para seguir avanzando. Porque ellas tienen obstáculos externos evidentes pero también los propios de alguien que intenta librarse de ese peso.