Dos medallas de Oro al mérito en las Bellas Artes trabajando juntos en torno a un texto basado en una obra del premio Nobel García Márquez. Con esos ingredientes poco puede salir mal, «pero primero hay que hacerlo, ya que nunca se sabe como puede terminar una aventura así», advierte Carlos Saura. El oscense es el director del montaje El coronel no tiene quien le escriba, en la que Juan Diego ejerce el papel protagonista. Juntos, de nuevo, se han embarcado en un proyecto, en el que les acompañan también Cristina de Inza, David Pinilla, Fran Calvo, Marta Molina (y un gallo), que se estrena hoy en Huesca (en el Palacio de Congresos a las 20.30 horas) y que podrá disfrutarse mañana (a las 20.30) y pasado (a las 18.30) en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza.

«El autor de la obra verdaderamente es Natalio Grueso, que es quien adaptó el texto. A mí simplemente me lo comentó y me propuso hacer la obra con aquí mi amigo (refiríendose a Juan Diego). ¿Cómo iba a decir que no?», explica Saura, que hoy tiene el privilegio de estrenar en un auditorio que lleva su nombre. «A mí en cuanto me mencionaron a Don Carlos Saura dije ‘allá que voy’», cuenta Diego por su parte.

Son amigos, se conocen y se interrumpen sin problema. No temen bromear sobre el otro y ríen de forma cómplice. Han trabajado juntos en otras muchas ocasiones, como en La noche oscura, en la que Juan Diego interpretó a Juan de la Cruz, su papel «más emblemático» hasta la fecha, según dice el mismo Diego. «Siempre es difícil coincidir, pero tenía muchas ganas. Siempre me lo paso muy bien con Carlos», añade el actor antes de que Saura continúe: «Pues yo siempre lo paso muy mal contigo, porque eres andaluz». Y ríen ambos.

Los dos coinciden en que hay algo especial que une el humor de «los del sur» con el de «los fatos». «A los del norte nos fascina todo lo del sur, por eso he hecho tantas cosas relacionadas con el flamenco», cuenta el oscense. Por su parte, Juan Diego opina que los trabajos de Saura con el flamenco son «fílmicamente, de lo mejor que se ha hecho en el mundo».

«Cuando yo me asomé al mundo del cine -prosigue Diego- Carlos ya era Carlos Saura. Siempre quise ser como él». «Juan es un actor orgánico, como dice él. Es un actor que por un lado es maravilloso y por otro peligrosísimo, porque es capaz de improvisar cuando no se acuerda de algo», responde Carlos Saura.

un trabajo sencillo / Sobre la obra poco quieren adelantar, aunque nada queda por desvelar siendo que la novela de García Márquez se publicó en el año 1961. En 1999, Arturo Ripstein ya estrenó una película basada en esta obra de Gabo, un filme que le ha ayudado mucho a Saura «ya que no la ha visto», ríe el cineasta. Según él mismo, «hay muy poco de Saura» en esta obra de teatro ya que la novela original lo «condiciona todo». «Normalmente yo escribo los guiones y los reviso, pero en este proyecto todo ha sido mucho más relajado. El resultado depende mucho de los actores. La historia, además, es muy bonita y simple. Cuenta la historia de una pareja que esperan algo que nunca llega», menciona además.

Para Juan Diego, el trabajo tampoco ha sido el más complicado de su carrera. Por primera vez no se ha puesto nervioso antes de un estreno, y es que el hecho de que esté en la misma edad que el protagonista le ha ayudado. «Quería mostrar la ternura que soy capaz de expresar como actor en vez de tener que cagarme en la puta madre de alguien. Dentro de nosotros tenemos todo lo bueno y todo lo malo de los hombres y las mujeres. Yo puedo ser homosexual, machista, el mejor del mundo o un tío sin más», razona Diego sobre su trabajo.

El Saura director de teatro es el mismo que dirige cine. Su mirada siempre prevalece. Pero para él no es lo mismo. «En teatro trabajas con un plano general y tienes que espabilarte con eso. Muchas veces me gustaría poder cerrar los planos y enfocarme en diferentes puntos de la escena y no puedo. Esa limitación me tortura mucho. Para mí mismo, que si no se enfadan los de teatro, pienso muchas veces que sería mejor hacer una película», ríe el aragonés.

García Márquez dijo de El coronel no tiene quien le escriba que era su mejor obra, y que con ella quiso reflejar la desesperación del que espera. A Juan Diego, según cuenta, le desespera «la miserabilidad de la mirada de los políticos con la cultura». Y Saura parece sumarse a la opinión de su amigo: «España sigue siendo un país bárbaro, pero esa barbarie tiene sus ventajas. Aquí siempre se nos cuestiona por lo que hacemos, pero podemos responder sin problema que lo hacemos porque nos ha dado la gana». Y que siga siendo así.