Cada uno de los «casos» del nuevo libro de Ferrer Lerín, no comienza con un principio ni acaba con un final. La clásica distribución literaria introducción, nudo y desenlace no sirve para desgranar estos textos, en los que el aparente caos permite, a pesar del mismo, entender los relatos, ya que el lenguaje irónico y certero de Ferrer Lerín no se anda por las ramas.

Besos humanos es el nuevo libro de este autor barcelonés afincado en Jaca. Tanto el nombre como la foto de la cubierta son ya toda una declaración de intenciones que no hacen sino confirmar las influencias del dadaísmo en la obra de este autor. El nombre es la interpretación que hizo Ferrer Lerín de una frase que un amigo pronunció en chino, y la imagen de la portada es un plato con restos de chocolate que su hijo hizo en un restaurante.

El libro, que no se puede calificar ni como prosa lírica ni como poesía narrativa según el propio autor, es una consecución de breves textos, cada uno de los cuales cuenta una pequeña historia. Ignacio Echevarría fue el encargado de seleccionar los relatos, alguno de ellos con más de 40 años, y ordenarlos, por lo que Ferrer Lerín le otorga gran parte del mérito de la obra. El poeta catalán reconoce que no le agrada escribir historias muy largas dado que se pierde «todo signo de emotividad y explosividad». De hecho, Ferrer Lerín solo tiene una novela publicada, y no la escribió como tal, sino que en principio iba a ser el guion de una película sobre su vida.

Anagrama es la editorial encargada de editar este nuevo tomo de la obra de Ferrer Lerín, y según Echevarría hacía falta que una empresa «de esa talla y relevancia» se decidiera a publicar las creaciones de este poeta.

En una charla que mantuvieron Ferrer y Echevarría en la librería Cálamo el pasado martes, ambos coincidieron en que la crítica no atina a definir la obra de Ferrer, ya que suele «tirar de tópicos». «Si no fuera porque los libros tienen una cubierta y una solapa los críticos estarían perdidos. Hay una losa que gravita sobre mi cabeza, que es la del personaje exótico, de jugador de póker, del ornitólogo que alimenta aves necrógafas. Son cosas ciertas, pero que no hay que repetir hasta la saciedad», comentó.