La primera vez que escuché el nombre de Galípoli fue en Australia. Me encontraba en un pueblo minero llamado Broken Hill, perdido en la soledad del desierto, cuando una banda de música irrumpió en la calle principal y un puñado de veteranos, cargados de medallas y de fervor patriótico, empezaron a desfilar hacia el monumento a los soldados fallecidos en la primera guerra mundial.

"Claro, hoy es 25 de abril", reaccionó Jack, un amigo de Melbourne. "No me acordaba de que es el Anzac Day, el día de los Australian and New Zealand Army Corps. Este es el nombre del ejército conjunto enviado a luchar en la primera guerra mundial. Fueron muchos los jóvenes que en 1914 partieron ilusionados para Europa, pero descubrieron en Galípoli el lado más duro de la guerra. Muchos murieron allí, y es por eso que Galípoli no deja indiferente a ningún australiano". "En términos geográficos", añadió Jack, "es solo el nombre de una pequeña península, en la parte europea de Turquía, que guarda la entrada del estrecho de los Dardanelos. Muchos australianos van allí cuando viajan a Europa. Yo mismo estuve hace unos años. Podría ser una zona turística de mar y playa, si no fuera por los 31 cementerios y las 22.000 tumbas que recuerdan la batalla de 1915".

El plan aliado en 1915 consistía en desembarcar 75.000 soldados en las playas de Galípoli, derrotar a los turcos, que eran entonces aliados de Alemania, y abrirse paso hacia Estambul. Que no era un buen plan lo pudieron comprobar los soldados que se atrincheraron en la playa de Anzac Cove. Sin poder avanzar, vieron con impotencia cómo los turcos les ametrallaban desde lo alto del acantilado. Fue una masacre.

En diciembre de 1915, ocho meses después del desembarco, los aliados evacuaron a los supervivientes. Contaron 56.000 muertos, de los que 8.900 eran australianos y 2.700 neozelandeses. Para los soldados llegados de las antípodas, aquella carnicería supuso el fin de la inocencia y el descubrimiento del horror, tal como muestra la película Galípoli, filmada en 1981 por el australiano Peter Weir.

Fue interesante asistir al desfile en Broken Hill. Por la noche, en un pub que contaba con un espectacular mural de la Venus de Botticelli, Jack me contó que en el Anzac Day los australianos solían escuchar The band played Waltzing Matilda, una canción que parte del himno más popular de Australia, Waltzing Matilda, para recordar a los héroes de aquella guerra. Cuenta con buenas versiones de The Pogues y Tom Waits (autor también de Tom Traubert's Blues, una preciosa variación de Waltzing Maltilda), pero la que sonaba aquella noche en el pub era la de un cantante llamado John Williamson, muy querido por la parroquia local.

Zarpamos hacia Galípoli

Fue larga la noche en Broken Hill, con mucha cerveza y muchos brindis por los héroes de Galípoli. De tanto escucharla, se me quedó pegada esa canción que habla de un joven vaquero que vivía feliz en Australia. "En 1915 mi país me dijo: 'ya basta de vagar, hay un trabajo por hacer'. / Y me dieron un casco, y me dieron un arma, y me enviaron a la guerra. / Y la banda tocaba Waltzing Matilda mientras el barco partía del muelle. / Y entre hurras, lágrimas y ondear de banderas, zarpamos hacia Galípoli..."

La letra describe el horror de la guerra y la tristeza de un superviviente que regresa a Australia y asiste al desfile sentado en el porche de su casa: "Y veo a mis antiguos compañeros desfilando con orgullo, / reviviendo sueños ajados de glorias pasadas. / Y los viejos desfilan despacio, envarados y adoloridos. / Son los héroes cansados de una guerra olvidada. / Y los jóvenes se preguntan por qué desfilan / y yo me hago la misma pregunta..."

La canción es bonita, pero triste, aunque mi amigo Jack me contó que la tragedia de Galípoli también tuvo un lado positivo, ya que contribuyó a crear unaconciencia nacional en Australia. Debe de ser por eso que aquella noche The band played Waltzing Matilda sonó hasta decir basta en el pub de Broken Hill.

Hablar de Galípoli en Australia son palabras mayores, pero recuerdo que aquella noche en el pub un viejo me conmovió al hablarme de un incidente menor que había sido como un eco en Broken Hill de la lejana guerra. "Ocurrió el 1 de enero de 1915, antes de la tragedia de Galípoli", me contó con voz gangosa. "Aquel día muchos del pueblo iban a celebrar un picnic de Año Nuevo a Silverton. Viajaban en tren y en el camino se cruzaron con un carro con la bandera turca. Pensaron que era algo festivo, pero en el carro había dos hombres que de repente empezaron a disparar. Mataron a cuatro personas e hirieron a siete".

Aquellos dos hombres, que murieron en el asalto, resultaron ser unos afganos que habían llegado a Broken Hill como camelleros. "Los camellos eran muy útiles como animales de carga en tiempos de los pioneros", apuntó el viejo. Eran musulmanes y se identificaban con los turcos, y su manera de demostrarlo fue disparar contra la