La suerte de las nominaciones de los Oscar está echada desde el pasado miércoles y se conocerá en tres días. Y aunque este año el adelanto en el calendario resta el potencial impulso que pueden tener en las decisiones de los 6.208 académicos unos Globos de Oro que están logrando ganarse más respeto, la primera gran fiesta de Hollywood, el domingo, ayudó a definir un poco el abierto panorama.

La gran estafa americana, inspirada en el caso real de unos timadores forzados a cooperar con el FBI, fue la gran triunfadora en la fiesta más distendida de Hollywood, que por segundo año consecutivo presentaron Tina Fey y Amy Poehler. El último catálogo de los talentos de David O. Russell para renovar códigos cinematográficos ganó la estatuilla a mejor comedia y hubo premios para Amy Adams y Jennifer Lawrence.

12 años de esclavitud, el brutal drama de Steve McQueen, triunfó en solo una de sus siete nominaciones, pero fue la más importante: mejor drama. Un dulce para pasar el trago de ver a Lupita Nyong'o perder el premio de actriz de reparto frente a Lawrence o a Chiwetel Ejiofor y Michael Fassbender superados en sus categorías por Matthew McConaughey y Jared Leto (aunque no hay nada que objetar a los premios por los trabajos de estos en Dallas Buyers Club, especialmente el protagonista, que el domingo ganó enteros en sus aspiraciones de Oscar por el recordatorio de su brillante interpretación y por el imán de su discurso).

TRÍO O CUARTETO DE FAVORITOS Los cerca de 80 periodistas de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood destacaron como mejor director por Gravity al mexicano Alfonso Cuarón, que confesó que su punto de partida fue que su hijo le dijera "tus películas están bien pero tienes que hacerte más entretenido. Y así los Globos consolidaron el trío llamado a dominar los Oscar el 2 de marzo. Hágase cuarteto incluyendo la elegante Her, por cuyo guion se reconoció a una de las voces más originales de Hollywood, Spike Jonze.

Este año, además, los Globos evitaron surrealistas nominaciones que en el pasado han puesto en duda su credibilidad. Y con el beneficio de incluir en categoría de comedia títulos como El lobo de Wall Street, de Martin Scorsese, lograron su tradicional distribución salomónica. "Nunca habría adivinado que ganaría como mejor actor de comedia", dijo Leonardo DiCaprio, que dejó en la cuneta a otros actores quizá tan sorprendidos como él de verse en esa categoría: Christian Bale (La gran estafa americana), Joaquin Phoenix (Her) y Bruce Dern y Oscar Isaac, protagonistas respectivos de Nebraska y A propósito de Llewyn Davis.

Tanto el título de Alexander Payne (con cinco nominaciones), como el de los hermanos Joel y Ethan Coen (tres) se fueron de vacío, igual que le pasó a Capitán Phillips de Paul Greengrass y Tom Hanks (cero de cuatro).

Sí tuvo un Globo Blue Jasmine, del ausente homenajeado Woody Allen, que como se esperaba llevó hasta el oro a Cate Blanchett. Lo mismo les pasó a Cuando todo está perdido (banda sonora); Frozen (animación); la italiana La gran belleza, que desbancó como película extranjera a La vida de Adèle y Mandela, por cuya canción Ordinary love recogió el premio U2.

LA TELE, TAMBIÉN DE ORO Con 11 de sus 25 categorías dedicadas a televisión, los Globos de Oro permitieron a Breaking Bad sellar su despedida con premios como mejor serie dramática y protagonista (Bryan Cranston). Y dieron la sorpresa con Brooklyn Nine-Nine (serie de comedia y protagonista para Andy Samberg). Pero, sobre todo, alimentaron el reconocimiento a la nueva era de oro de la pequeña pantalla. O de la pantalla, a secas. Como recordó Kevin Spacey --protagonista de House of Cards, creada para internet y que llevó hasta el Globo a Robin Wright--, "cuando hay público la plataforma ya no importa. La gente se muere por historias",

Algo parecido posiblemente habría dicho Steven Soderbergh. Su Behind the candelabra, película que tuvo que hacer en televisión, ganó como mejor de esa categoría, y por el trabajo de Michael Douglas.

Fue otra noche de celebración. Y de humor. No todos los días Hollywood se atreve a reírse de sus mayores estrellas ("Gravity es la historia de cómo George Clooney prefiere flotar en el espacio y morir que pasar un minuto más con una mujer de su propia edad", dijo Tina Fey). Ni a plantarle como hizo Poehler un largo beso en la boca a Bono. Ni a salir al escenario sin zapatos y con una copa, como Emma Thompson. Ni a colocarle un hijo bastardo a Harvey Weinstein.