Pintura y ópera se unen en una nueva versión de 'Il trovatore', de Giuseppe Verdi (1813-1901) que el Liceu de Barcelona estrena mañana lunes. El director escénico Joan Anton Rechi introduce en ella el personaje de Francisco de Goya, que aparece en escena interpretado por Carles Canut. Su personaje no dice palabra, pero sus pinturas y grabados de Los desastres de la guerra hablan por él. Aparecen proyectadas en escena como para ambientar el enfrentamiento entre el trovador Manrico y el conde de Luna, eternos rivales que se enamoran de la misma mujer, Leonora.

«Jugar con el universo estético de las pinturas de Goya le da un punto muy potente. Goya me permite tener un punto de vista exterior para mostrar lo inverosímil de ciertas situaciones», afirma el director. El vestuario, otra obra de arte, es obra de Mercè Paloma, premiada por su trabajo en filmes como 'Pa negre' y 'Stella cadente'.

Rechi sitúa la acción en la época de la guerra de la Independencia de España contra la Francia de Napoleón, un conflicto situado en plena crisis del Antiguo Régimen que enfrentó a afrancesados y patriotas. El libreto de Salvatore Cammarano situaba la acción en Vizcaya y Aragón, en el siglo XV, enmarcada en la revuelta de Jaume d’Urgell, defendido por Manrico, contra Fernando de Antequera, apoyado por Luna, enemigo de Manrico. Pero para Rechi, «situar la acción en la guerra del francés contribuye a dotar de veracidad una trama que es muy rocambolesca», dice Rechi. En su versión, Goya aparece siguiendo a los personajes. «Él se percata de todas sus relaciones y se da cuenta de que están abocados a la tragedia».

GUERRA Y DESESPERACIÓN

Las primeras escenas de la obra transcurren, como en el contexto de la obra original, en Zaragoza y sus alrededores, uno de los primeros lugares donde Goya contactó con la sangrienta guerra del francés. El general Palafox le envió allí desde Madrid en 1808 para realizar pinturas patrióticas, pero se quedó tan impactado con la crudeza del conflicto que reflejó todos los horrores, abusos y sufrimiento provocados por una guerra que se cebó con la población civil. «Sus imágenes, nada patrióticas, muestran una desolación absoluta». El director las usa para describir la situación desesperada de los personajes. «En un contexto como el de una guerra ves más factible que Azucena, la gitana que ha criado a Manrico, se equivoque, confunda su bebé con el de su enemigo y lo arroje a la pira», señala Rechi. En ese ambiente, en plena desesperación «todo cobraba sentido y lo hace más creíble».

Lo más complejo, «pero a la vez estimulante», ha sido trabajar a partir de una producción ya existente para «reciclar o reinterpretar ciertos elementos». Más habitual, pero también complicado, ha sido dar mucho juego teatral a los cantantes con un repertorio complicadísimo. «Siempre se ha dicho que para hacer Il trovatore necesitas a los cuatro mejores cantantes del mundo por la dificultad vocal de los roles de Leonora, Manrico, el conde de Luna y Azucena». El primer reparto que estrena el montaje cuenta con Kristin Lewis, Marco Berti, Artur Rucinski y Marianne Cornetti, respectivamente. En el segundo están Tamara Wilson, Piero Pretti, George Petean y Larisa Kostyuk. La orquesta y coro del Liceu estarán liderados desde el foso por el director milanés Daniele Callegari, experto en Verdi.

Rechi alaba su entrega en los ensayos: «Hoy en día los cantantes son conscientes de que los espectadores, no solo los directores de escena, quieren ver un espectáculo completo donde los intérpretes hagan mucho más que cantar». Y sabe que tan importante es seducirles para que entren al máximo en su propuesta como respetar que hay pasajes imposibles de cantar estirado en el suelo. «Es vital que salgan convencidos de lo que están haciendo y defiendan la obra a muerte, en especial en esta obra que necesita por su parte una implicación muy emocional».

EL ESCENARIO, UN GRAN CUADRO / Utilizan proyecciones sobre la caja escénica original del último Trovatore montado en el Liceu, en el 2009. «La hemos pintado para que parezca un gran cuadro de Goya. Es como una especie de pozo donde están atrapados los personajes. En él dominan los colores negros, terrosos, marronosos. Encima a veces vemos tonos dorados y azules de los atardeceres. Pero los personajes no lo ven».

Hay siete tules transparentes, colocados en el escenario donde se proyectan los grabados de Goya «y algunas cosas más» que ayudan a entender todos los personajes de la historia. «Il trovatore explica los horrores que ocurren en épocas de guerra. Todos los personajes son víctimas». La producción, coproducida por el Liceu y la ópera de Oviedo, también se montará en la capital de Asturias y en Helsinki.