Nunca olvidaré a Renata. Ni como artista, ni como mujer llena de un sublime bondad que hizo época en el mundo de la ópera. Fue, sin duda, la soprano italiana por excelencia. La que mejor supo representar la tradición lírica de su país. Tenía una voz dulce, con un color inigualable y con unos pianos maravillosos. Imposible olvidar alguna de sus interpretaciones como su Desdemona, Manon Lescaut, La traviata y tantas otras. O sus dúos con Mario del Monaco.Guardo como un tesoro el autógrafo que me firmó cuando yo estudiaba en el Conservatorio del Liceu y ella era en Barcelona un ídolo capaz de colapsar la Rambla. Más tarde coincidimos en Nueva York y nos hicimos amigas. Ella era muy considerada y siempre tenía un buen consejo para darte. Aún recuerdo cuando, cantando

Don Carlo en el Metropolitan, tuve un tropiezo en escena que me obligó a retirarme. Ella vino a verme y al comprobar que estaba repuesta y tenía que entrar en escena, me dijo: "Empieza a cantar desde el camerino. Le hice caso y fue una conmoción".Nunca aprecié ninguna rivalidad entre ella y

Maria Callas. Tebaldi siempre decía que todo era un montaje Yo las vi algunas veces juntas, sin que se detectara ningún problema. Eran simplemente distintas, aunque dueñas de un gran talento.

Soprano