«El diario funciona como si la red no existiera» (Umberto Eco)

Ya no va a tener razón el gran escritor italiano. Todos los medios se relacionan e interfieren, por lo que conviene estar al tanto. Las cosas van a cambiar mucho en poco tiempo. Lo contaré (y algunas soluciones) recurriendo a mis experiencias de 35 años como navegador en las redes, con ejemplos, anécdotas, reflexiones, etc. Ojalá sean útiles.

Hace ya varios años que se anuncian cambios drásticos en la comercialización mediática. Los grandes medios españoles (El País, El Mundo, La Vanguardia) y los de Vocento y Prensa Ibérica, tienen marcado 2020 para cobrar también por sus contenidos digitales: en muchos casos han bajado las ventas de papel y se han estancado sus ingresos en internet por publicidad (proporcional a las audiencias).

Lo mismo ocurre en los principales medios exclusivamente on line, que hace tiempo obtienen diversos tipos de suscripciones y fidelizaciones (El Español, diario.es, Infolibre, etc.) mediante regalos y permisos a accesos vedados a los visitantes gratuitos o a los que consultan con mucha frecuencia: los dos primeros declaran contar ya con más de 30.000 suscriptores. Es lo que hace tiempo ocurre con la principal prensa estadounidense (New York Times, Wall Street Journal, Washington Post), que cuentan con algunos millones de suscriptores virtuales, o en América Latina (O Globo en Brasil, Clarín y La Nación en Argentina) o los países nórdicos europeos con un tercio de suscripciones on line.

En cuanto a las televisiones, su oferta gratuita resulta altamente degradada tras el enorme impacto de los canales de series de pago (no muy caras, salvo el deporte, pero tampoco su oferta es muy buena, salvo excepciones, y que hay mucho donde elegir). Ha crecido mucho, en cambio, la posibilidad de ver en directo un acontecimiento tanto en la web de medios televisivos como radiofónicos y aun de papel y on line (acaba de ocurrir masivamente con la retransmisión de los debates para designar presidente de Gobierno).

Y, sobre todo, en los cambios a que YouTube (que en 15 años se había hecho con el casi monopolio audiovisual) nos lleva preparando desde hace tiempo retirando de su catálogo miles de contenidos hasta ahora gratuitos (películas, conciertos, conferencias, entrevistas) y estableciendo sus YouTube Premium, YouTube Music (con el mismo coste que sus grandes rivales hasta ahora, Spotify o Apple Music), YouTube Red, y otros servicios de pago que permitirán ver y escuchar en el ordenador o el móvil canciones y sus series y películas propias, eludir publicidad y almacenar contenidos. Otro caso es la oferta informativa casi infinita de Google, que a su vez, al igual que otras muchas cabeceras, dice estar muy preocupada por nuestra privacidad y exigen aceptar sus normas, incluida la publicidad, para acceder a ciertos portales, mientras ellos conocen y comercializan las preferencias de sus usuarios.

Lo descrito tiene su lógica: no tiene sentido que una empresa mediática cobre en cierto sector de su actividad, y no en otro semejante. El buen periodismo precisa recursos materiales y humanos, que sólo llegan por la publicidad y, en breve, mediante pagos por diversos servicios. Pero también tiene su lógica la resistencia a pagar por lo que hasta ahora se obtenía fácilmente, y de modo gratuito. En ese debate está el futuro de los medios, todos, de comunicación, en auténtica crisis de cambio. Ofreceré algunas propuestas de solución.