"Pasaron dos minutos que se le hicieron eternos. No era una persona paciente y la necesidad de saber qué ocurría allí dentro era tan fuerte como su temor a entrar. Notaba cómo ambos impulsos luchaban entre sí: deseaba asomarse, pero no quería delatar su presencia. De pronto, se sintió perdida. Alguien, a su espalda, la agarró por la muñeca de la mano que empuñaba la navaja y se la retorció hasta que tuvo que soltarla, al tiempo que con la otra mano le tapaba la boca para impedir que gritara». Es uno de los fragmentos de Malasangre, una novela de Helena Tur ubicada en el feroz paisaje del Bierzo de mediados del siglo XIX. Una historia en la que campan apicultores, hidalgos, contrabandistas, huérfanas y aldeanos, carlistas e isabelinos, y dos recién llegados en busca de sustento en un ambiente hostil.

Su escritora, Helena Tur, explica por qué decidió situar la historia en este espacio y en esta época: «La novela se ubica en un colmenar a finales de 1858. Está situada en El Bierzo porque me enamoré de Las Médulas, y de toda la zona, en general. Quería que el paisaje formase parte de la historia, los bosques y escenarios de El Bierzo dan esa sensación de hostilidad. Es una zona preciosa, con rincones tan bellos como siniestros. Coincide con la época del Sacamantecas, por lo que era ideal para reflejar en la historia de las niñas que aparecen desangradas en el río Sil en pleno 1858. Además, ese año la reina Isabel II estaba a punto de realizar el Camino de Santiago que pasa por Ponferrada, y eso obligaba a un importante despliegue de la Guardia Civil para evitar atentados carlistas que podía ser fundamental para ambienta la historia».

En este sentido, añadió: «Era un año cercano, y como el Sacamantecas había estado cambiando de nombre me gustaba el juego de que pudiera ser este personaje el asesino. Su historia la descubrí cuando ya tenía escogidos fecha y lugar para la historia, pero me pareció muy interesante jugar con esa figura y aprovechar que en 1858 no se supiera dónde estaba encarcelado o si había huido».

Así, Tur reconoce que una de las cosas más complicadas fue «poder crear ese suspense», así como «conseguir que los personajes se movieran como lo harían quienes vivieron en el siglo XIX», algo que reconoce que solventó «leyendo mucha literatura del siglo XIX para entender cómo era la forma de pensar de la época». Para documentarse, reconoce, que «el proceso ha sido algo constante» ya que el libro lo ha escrito cuatro veces: «Durante esas épocas lo que he hecho ha sido ir ampliando información. Además, me han ido escribiendo sobre leyendas e historias de El Bierzo y esa parte me ha encantado», explica la autora.

Por otra parte, Helena Tur describe al personaje de Henar, una joven huérfana que viaja hasta el Bierzo para trabajar en una granja de abejas. Coincidiendo con su llegada, comienzan a aparecer en la comarca niñas asesinadas, con un corte en el cuello y el cadáver sin sangre. En medio de ese ambiente opresivo, Henar descubrirá el amor que no conoció en su infancia, al encariñarse de la hija de los señores, a la que cuida y protege como si fuera de su familia, y conocerá la pasión en los brazos de un buscavidas que huye por una estafa. Así, la autora explica que las abejas de la granja en la que vive la protagonista son un personaje más dentro de la historia: «La protagonista las teme, por lo que ayudan a generar ese ambiente hostil para que en todo momento ella se sienta amenazada».

Tur describe cómo es esta protagonista y cómo evoluciona a lo largo de la historia: «Es una chica fuerte, pero al mismo tiempo algo imprudente. Es empática y curiosa. Llega con ojos nuevos después de estar tres años cuidando a una señora, ve lo rural con ojos nuevos, y acaba volviéndose algo más realista. Sin embargo, es una chica que se guía a partir de sus pasiones y sus instintos».

El libro, publicado en el mes de abril, no pudo salir a la venta hasta unos meses después a raíz del coronavirus. «Me dijeron de priorizarlo para el Día del Libro. Ahora es cuando me doy cuenta de lo que supone".