Jack Valenti, el mandamás de la Motion Picture Association of America (MPAA), es decir, la asociación que defiende los derechos de los grandes estudios de Hollywood, decía hace poco más de un mes que la industria del cine había aprendido de los errores de las discográficas y no tomaría el camino de los tribunales. Entendía que por esta vía sistemática la industria musical ha irritado a los consumidores y no ha prevenido nada. "No tenemos por ahora intención de demandar a nadie. Creo que hemos tomado nota de lo que les ha ocurrido a ellos", decía.

AMENAZAS POR EMAIL

Esa actitud parece haber cambiado ya. El viernes, la empresa 321 Studios Inc., que fabrica programas que facilita la vulneración de los códigos anticopia en los DVD, ha sido demandada en un juzgado de Nueva York. Y hace unos días también, los estudios Warner Bros y Columbia se han querellado contra el actor de 70 años Carmine Caridi --tenía un papel en la serie Policías de Nueva York -- por distribuir a traves de internet las películas que recibía por su condición de miembro de la Academia de Hollywood.

No es ésa la única arma que la industria cinematográfica blande contra la piratería. Por ejemplo, está gastándose los dólares en programas educativos y también en investigación de tecnología que obstaculice la copia ilegal. Como poderoso lobi que es, la MPAA está igualmente empujando para que se aprueben leyes severas. Recientemente, California dio luz verde a una ley que convierte oficialmente en un delito la utilización de videocámaras en una sala.

Y luego apunta también con amenazas sutiles. A cada individuo que se le detecta en un programa de intercambio de películas se le envía un correo electrónico recordándole que esa actividad es ilegal y puede acarrear consecuencias. "El 85% de aquellos que contactamos, no vuelven a piratear. Por si acaso, deben pensar", declaró a The New York Times Mark Ishikawa, director de Bay TSP, compañía que ayuda a la MPAA a neutralizar webs de intercambio.

La industria ha estimado que aún dispone de un año como mínimo antes de que el problema, gracias al avance tecnológico, adquiera las dimensiones sufridas por la industria musical. Una lucha de la que tomó plena conciencia en 1999, con la salida de La amenaza fantasma .

Cuando la película se estrenó en el mercado asiático, la taquilla resultó ser mucho menor de lo esperado: miles de personas la habían visto ya en vídeo a partir de copias obtenidas con videocámaras plantadas en las salas de EEUU.