Lo único que pidió Jeff Koons cuando, días antes de la inauguración, supervisó la exposición de sus obras en el Pompidou de París fue más luz, más brillo. "More light, more shine". Personaje singular y de obsesiones recurrentes, el controvertido artista norteamericano presenta en Europa su primera retrospectiva seis años después de haber sacudido los muros del Palacio de Versalles con sus balloon dogs. Ahora, "el último de los pop", en palabras del director del Museo de Arte Moderno de París y comisario de la muestra, Bernard Blistène, lleva al corazón del Beaubourg cien esculturas y algunas pinturas de todas sus etapas. Un trabajo marcado por la paradójica filosofía de crear para las masas y, al mismo tiempo, batir récords en el mercado del arte contemporáneo.

Uno de sus gigantes perros-globo se vendió el año pasado en Nueva York por 58 millones de dólares y Koons es hoy el artista vivo más cotizado. La buena salud de sus finanzas y la eterna pregunta de si dejará huella en la historia del arte es lo que le coloca siempre en el centro de la polémica. Hay incluso quien le echa en cara su pasado como corredor de bolsa en Wall Street, a finales de los años 70, empleo con el que intentaba financiar su producción artística: flores hinchables y aspiradoras sobre tubos fluorescentes que entonces no lograba vender.

Ajeno a los comentarios, Koons ni siquiera reivindica para sí la función crítica que suele atribuirse al arte. "Mi trabajo busca abolir el juicio para poder mirar el mundo y aceptarlo en su totalidad. Aceptarlo tal y como es", dice. Sus 30 años de trabajo se organizan en el Pompidou de manera cronológica. Desde los primeros hinchables hasta las últimas creaciones agrupadas en la serie Gazing Ball, réplicas en yeso de esculturas clásicas a las que ha colocado una gran bola azul de cristal. La muestra llegará al Guggenheim de Bilbao en junio.

El itinerario pasa por héroes norteamericanos como Popeye o iconos como Michael Jackson. Y muestra un gran balloon dog púrpura y un gigantesco corazón rojo, signos hipertrofiados del vínculo que quiso establecer con el hijo fruto de su matrimonio con la actriz porno Cicciolina en los 80. Esta relación tuvo también consecuencias artísticas. Se trata de la serie de fotografías y esculturas Made in Heaven, no tolerada para menores de 18 años al mostrarse ambos en poses inequívocamente sexuales. Más influido por la extravagante lucidez de Salvador Dalí que por Marcel Duchamp, Koons es, para el comisario de la retrospectiva, el artista "más radical de su época, pero diferente y opuesto a Warhol".