El ciclo de Cine Viajero, de la Fundación Academia de Cine y B the Travel brand, ofrece a los zaragozanos descubrir una película, Viaje al cuarto de una madre. La proyección será a las 18.30 horas, en el Centro de Historias y contará con la presentación y posterior coloquio de su directora, Celia Rico, nominada al Goya a mejor dirección novel.

-Tras solo un cortometraje, ‘Luisa no está en casa’, se aventuró con el largometraje. ¿Fue difícil el salto?

-Yo lo sentí natural porque continuaba tratando cosas que ya había trabajado en el cortometraje y sí que es verdad que una de las cosas más difíciles es conseguir la financiación pero tuvimos la suerte de que todo fue llegando a unos ritmos más o menos… normales.

-‘Viaje al cuarto de una madre’ consiguió nominaciones a los Goya y premios en otros fesivales. ¿Qué supone para la película?

-Una alegría enorme porque cuando pasas tanto tiempo trabajando en el proyecto e involucrando a tanta gente, el reconocimiento ya es un premio. Muchas personas que a priori no sabían que esta película existía porque no teníamos presupuesto para una gran campaña publicitaria, supiera que estaba en cines, fuera a verla y alguno de los premios ha conseguido que la película tuviera una segunda vida y un recorrido por otras ciudades, como lo que va a pasar hoy en Zaragoza y así que la vea más gente que es lo que una quiere cuando hace una película.

-¿Por qué el título? ¿Por qué al cuarto de una madre?

-Por muchas razones. Hay un título que es Viaje alrededor de mi cuarto, que es la historia de una persona que está como encarcelada y hace un viaje mental recorriendo partes de la casa. Me gustaba ese título para hacer visible el doble viaje, el de una hija que se va de casa y el de la madre, que es un viaje inmóvil físicamente, emocional, y me gustaba la idea de que a veces hay que irse muy lejos para acercarse. Y la palabra madre también era importante que estuviera porque la peli es también ese viaje emocional para dejar de ser madre las 24 horas del día para ser persona. Hay un momento en el que yo decido cambiar el punto de vista y no continuar con el de la hija si no quedarme con la madre en casa, para que la madre pase a primer termino y tenga un nombre propio.

-¿Cómo hace ese cambio?

-Va llegando de forma natural pero hay una especie de bisagra. Continuamos en el día a día de estas mujeres pero decidimos no irnos de viaje sino quedarnos en la casa, porque muchas pelis hablan de emancipación, de lo que viene, pero casi no hay sobre las personas que se quedan atrás.

-¿Y desde el punto de vista técnico?

-La hija pasa a un segundo término visual. Recorremos los mismos espacios que cuando madre e hija compartían espacio, pero con la madre en primer término.

-La película tiene algo de claustrofóbico. ¿Es buscado?

-Ha sido buscado el confinar a los personajes en un espacio interior, por querer mostrar la casa como un espacio de confort, pero que si pasas demasiado tiempo ahí te puedes llegar a asfixiar. El calor puede quemar, la casa puede ser un refugio pero también una cárcel.

-¿Cuánto hay de Celia Rico en ‘Viaje al cuarto de una madre’?

-Muchas cosas porque la película la escribo a través de emociones y sensaciones propias aunque no es autobiográfica. Nace de mi reflexión de lo que supone marcharse de casa y vivir lejos de los padres, tener que redefinir esa relación y depender casi de un teléfono, que está en el centro de las vidas y se ha convertido en una especie de cordón umbilical con los seres queridos.

-¿El rodaje fue para usted un viaje de vuelta? Se rodó en Sevilla, su madre le enseñó costura a Lola Dueñas...

-Sí, total. En realidad yo siempre estoy de vuelta pero la verdad es que no había pasado tanto tiempo seguido desde que dejé la casa porque estuve tres meses en el rodaje y me instalé en casa de mis padres para preparar la película. Instalarme allí me hacía sentirme un poco como Leonor porque pasar tanto tiempo con ellos, que estuvieron pendientes de mí, hizo que sintiera un poco las sensaciones de estar dentro del nido y me ayudó a entender el personaje de Leonor y trabajar con Ana Castillo en esas sensación de estar en casa.

-¿Qué parte de culpa del éxito de la película tienen las actrices, Lola Dueñas y Anna Castillo?

-Yo diría que todo. Me cuesta muchísimo pensar como habría sido esta peli sin ellas. Para mí son el cien por cien del éxito. Y respecto a mi trabajo sí que hay una cosa de la que me doy cuenta. Ellas están bien siempre, el tema no se trata de ser buenas, si no de estar en el tono que requiere la secuencia en cada momento y mi función como directora es estar con ellas para ayudarlas a encontrar el tono. Ellas luego tocan la canción la tocan bien, bonita y con matices.

-¿Qué le aportan encuentros como el de hoy en Zaragoza?

-La película ha hecho un circuito más allá de las salas y en ese sentido es estupenda la iniciativa porque descentraliza. En estos coloquios la gente te devuelve cómo ha vivido la película y eso hace que no se termine de escribir nunca. Me hace mucha ilusión porque en Zaragoza ahora se está rodando una película (Las niñas) en la que está parte del equipo que trabajó conmigo: Pilar Palomero, la sonidista, la maquilladora... y me hace mucha ilusión la idea de encontrarnos las películas y las personas.

-¿Qué consejo le daría a Pilar Palomero?

-No lo necesita porque Pilar tiene una mirada muy bonita y ella hace cine desde un lugar que es muy honesto y no le hace falta nada más que confiar en ella misma y pelear hasta la última toma.