El dúo cómico Los Compadres dio el salto a la popularidad gracias a internet con su Trilogía sevillana. Hace ya diez años de eso, pero en este tiempo Alfonso Sánchez y Alberto López no han estado de brazos cruzados y han sabido sacar el máximo provecho a su talento para hacer reír, su verborrea ininterrumpida y su acento andaluz. De hecho, con sus dos anteriores películas El mundo es nuestro (2012) y El mundo es suyo (2018) alcanzaron el éxito de taquilla. Hoy han estado en Zaragoza para promocionar su tercer largometraje: Para toda la muerte, dirigido también por Sánchez y en la que dejan de bucear en esa indagación de los tópicos andaluces.

«En las anteriores estaba mucho más marcado lo local con esos arquetipos sevillanos; esta podría desarrollarse en cualquier ciudad española», explica Sánchez. Además, su nueva película, que se estrena el 31 de enero, es una comedia negra al uso, mientras que en las anteriores se sumergieron «en la comedia coral costumbrista y en las buddy movies».

«Narra las vicisitudes de un tipo que lleva ochos años preparándose unas oposiciones en casa de sus suegros y que confía en solucionar su vida a través del funcionarido público; el mismo día que está celebrando que ha conseguido la plaza recibe una llamada diciendo que ha habido un error informático y allí comienzan una serie de enredos», explica López, que apunta que la película también reflexiona sobre la situación que viven miles de españoles. Con todo, ambos reconocen que buscan que los espectadores se «sanen» a través de la risa y vivan otra vida mientras están en el cine. «Si además logramos que no salgan de la misma manera que entraron significará que habremos alcanzado la catarsis con el espectador y nuestro trabajo estará cumplido al cien por cien», añade Sánchez.

En efecto, sus trabajos anteriores no inventan nada nuevo y puede que Para toda la muerte tampoco lo haga, pero tampoco es algo que pretendan. Al fin y al cabo, el cine español siempre ha bebido de algo tan propio como reírnos de nosotros mismos. Ya lo hicieron Luis García Berlanga y otros con absoluta maestría. No en vano, ambos cómicos reconocen que su nuevo largometraje es «un homenaje a esa comedia negra española que desarrollaron Jardiel Poncela, Rafael Azcona, Marco Ferreri o el propio Berlanga».

«Si este país no hubiera tenido esa forma de pensar y ese sarcasmo, probablemente se hubiera hundido en el mar o hubiéramos acabado como los portugueses cantando fados por las esquinas; en España sabemos reírnos de nuestras miserias y eso es algo fundamental y muy sano», subraya Sánchez, que es un cinéfilo «de tomo y lomo».

Por todo ello, no es casual que su película indague en la «precariedad laboral» y en la difícil situación que viven actualmente miles de españoles. «El cine es un instrumento maravilloso porque te permite entretener al público y al mismo tiempo hacerle reflexionar», indica Sánchez.

Conocidos también para el gran público por su aparición en Ocho apellidos vascos, la trayectoria de estos dos sevillanos ha estado marcada por algo de lo que no todos los creadores pueden alardear. Y es que sus proyectos han nacido siempre de la más absoluta libertad. «Es un lujo, la verdad, aunque esa independencia a veces también es un hándicap; pienso sobre todo a la hora de promocionarte y entrar en los canales más comerciales como la televisión», comenta Sánchez.

Por eso mismo llevan desde el pasado 7 de enero recorriendo toda España y seguirán haciéndolo hasta finales de mes. «Vamos a pasar por 22 ciudades en 25 días haciendo una promoción a la vieja usanza», apuntan. Como si de unos repartidores de flyers de discoteca se trata, Sánchez y López recorrieron ayer el centro de Zaragoza entregando folletos con información de la película y parándose a charlar con los ciudadanos. «Si no tienes un gran presupuesto es difícil competir, así que nuestra manera de promocionar siempre ha sido ir puerta por puerta e impulsando el boca a boca», señala López, que destaca que durante estas semanas están «recibiendo mucho cariño de la gente que nos sigue».

Cuando se les pregunta por sus cómicos de referencia, ambos nombran rápido a Jack Lemmon y Walter Matthau, algo que en su nueva película «se ve más claro que en ninguna». «El personaje de Alberto está a la altura de las interpretaciones de Lemmon y en mi caso está esa acidez del personaje de Matthau, esa brutalidad elegante», sostiene Sánchez. Con todo, ambos reconocen que no pueden quedarse con uno solo y destacan también la influencia de López Vázquez, Landa, Peter Sellers o incluso películas como Top Secret.

Los dos cómicos han compaginado su trabajo en el mundo audiovisual (también en series como Allí abajo) con su pasión por el teatro. Así, ambos han protagonizado obras como Patente de corso, basada en textos de Arturo Pérez Reverte, y Compadres para siempre. «Forma parte de nuestro trabajo; no se trata de elegir qué te gusta más o menos, sino de seguir inventando y seguir arriesgando», subraya López, que apunta que quizá a corto plazo se animan con un clásico. «Empezamos en la escuela con ellos, lo hemos mamado, así que por qué no», concluye.