Dos escritores en pos de un misterio. El primero, que se ha hecho con el Premio Nadal, es argentino y su nombre quizá no diga nada a muchos, así que junto a Guillermo Martínez (Bahia Blanca, Argentina, 1962) hay que añadir que es el autor de Los crímenes de Oxford, la novela que Álex de la Iglesia llevó al cine. En esta ocasión se trata de Los crímenes de Alicia, título que ya marca la intención de situarse en el mismo terreno que su gran éxito.

Esta edición del Nadal celebró también el 75º aniversario del que es el galardón más antiguo de España. El Nadal se creó en 1944 y sorprendentemente para aquellas fechas de Sección Femenina y postulados de Vox, su palmarés se inauguró con una mujer en el podio, Carmen Laforet, descubrimiento absoluto a los 23 años, con una gran novela, Nada. Por esa razón, una de las hijas de Laforet, Cristina Cerezales, recordó anoche en la gala que desde 1957 se celebra en el Hotel Ritz, actual Palace, que el Nadal fue garantía de calidad literaria y una importante rampa de lanzamiento de autores como Miguel Delibes o de consolidación de los grandes narradores Carmen Martín Gaite, Ana María Matute o Rafael Sánchez Ferlosio.

Los crímenes de Alicia son, claro está, los de la Alicia más famosa de la literatura, la que construyó Lewis Carroll y sus peripecias enloquecidas en el país de las maravillas. Y el libro supone una continuación de los misterios matemáticos de la novela anterior (atención, la película redujo a la nada todas las referencias e ingeniosas reflexiones científicas de Los crímenes de Oxford, el libro). Así que, tomando un camino similar a las intrigas librescas de Umberto Eco -su referente más claro- Los crímenes de Alicia recuerda sobre todo que Lewis Carroll antes que novelista fue un destacado profesor de lógica matemática en Oxford, donde vuelve a transcurrir esta nueva novela. También aquí el profesor Arthur Seldom, miembro de la hermandad de Lewis Carroll, y su joven alumno investigarán un caso en el que los desquiciados símbolos carrollianos serán clave para desentrañar los asesinatos. Y que nadie se asuste frente a las disquisiciones matemáticas porque Guillermo Martínez, que a su vez también es matemático, no solo utiliza su saber para adornar novelas, también ha escrito libros de divulgación sorprendentemenet amenos sobre el tema que se han mantenido en las listas de los más vendidos en su Argentina natal.

La dotación del Nadal, 18.000 euros, no llega ni de lejos a las cotas económicas del Premio Planeta, el grupo editorial que lo acoge desde 1990, aunque en general, salvo excepciones, el premio suele venir acompañado de una más incuestionable solvencia literaria. En esta ocasión, el jurado ha estado integrado por los escritores Alicia Giménez Bartlett, Care Santos, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y el editor Emili Rosales y las obras presentadas ascienden a un total de 343 originales.

Volviendo al inicio, el segundo ganador de la noche que apostó por el misterio fue Marc Artigau (Barcelona, 1984), que se hizo con el Josep Pla para literatura en catalán con La vigília. Un galardón con una dotación menor (6.000 euros) y cuyo jurado estuvo compuesto por Rosa Cabré, Antoni Pladevall, Genís Sinca, Alex Susanna y Glòria Gasch.

Para Marc Artigau, ganador del Josep Pla, recibir un premio no es algo nuevo. Casi todas sus obras teatrales y buena parte de su poesía vienen acompañadas de distinciones. Ahora, con La vigília ha iniciado un nuevo camino alejado de la novela negra. Así, el protagonista de la novela, Raimon, escribe cuentos para la radio -un detalle que Artigau extrae de su propia experiencia- y vive con su hermano Blai, un tanto inestable. Un día recibe la propuesta de ejercer de escribidor de la biografía de una anciana, algo que le llevará a descubrir lo que esconde esa oferta, al parecer nada inocente.

Editorial Destino, que históricamente ha sido la encargada de organizar ambos premios, ha celebrado el 75º aniversario del Nadal recuperando precisamente cuatro títulos fundamentales en su historia editorial: Nada de Carmen Laforet, La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes, Entre visillos de Carmen Martín Gaite y La soledad era esto de Juan José Millás.