La directora Lola Gracia, documentalista de profesión, ya debutó en 2011 llevando a la gran pantalla su relato Cosetas d’adentro y repite ahora con Luz de septiembre, un filme de metraje más largo rodado también en aragonés y ambientado en la inmediata posguerra en el antiguo condado de Ribagorza. Una película de la que ya se ha rodado la primera parte y la segunda, en proceso, empezó este sábado.

-Está rodando ‘Luz de septiembre’, su segunda producción cinematográfica, con la peculiaridad de que se escucharán los tres dialectos de la zona de la Ribagorza, ¿a qué se debe?

-Aparece una variente del aragonés, llamada por los habitantes patués, que tiene muchísimas palabras que vienen del francés, por ejemplo montre es reloj en francés y en patués se dice montra. Después, tenemos el aragonés que se habla en toda la zona de la franja y que está muy catalanizado. Y, por último, tenemos el aragonés de toda la zona de Ribagorza central. Así, yo no quería hacer una película de los años treinta en castellano porque no sería un reflejo de la realidad de antes y de ahora en estos pueblos. Es como si viéramos a los Reyes Católicos hablando en un castellano perfecto, no sería verosímil.

-La película está ambientada en la Guerra Civil, ¿por qué este tema?

-Porque me fascina y, aunque es un tema delicado, considero que es de ahí de donde surgen los grandes conflictos del siglo XX. Si los republicanos hubieran ganado la guerra, supongo que Hitler se hubiera pensado si invadía Polonia o no. Entonces, he cogido tres personajes diferentes de tres sitios diferentes, con tres ideologías políticas diferentes y con tres motivos distintos para cruzar la frontera, es decir, tienen todos los papeles para no ponerse de acuerdo.

-Al estar ambientada en torno a 1939, ¿ha sido difícil encontrar ropajes y accesorios propios de la época?

-Para los hombres no ha sido difícil, porque siguen vistiendo igual que en los años 30. Sin embargo, con las mujeres no ha sido tan fácil y hemos optado por mucho liso, faldas con algún pliegue y demás. De calzado, lo que triunfaba eran las albarcas, que las hacían con rueda de camión, así que las hemos incluido. En cuanto a los peinados, nos hemos fijado mucho en el peinado del republicano, viendo cómo llevaba el pelo Robert Capa o George Orwell.

-En ‘Luz de septiembre’ se podrán ver diferentes escenarios como Fonz o Arén, ¿ha sido difícil encontrar sitios propios de la época?

-El escenario ya es propio. Rodamos en los palacios renacentistas de Fonz, que ya estaban en el 39, así que simplemente ha sido cuestión de evitar los cables de la luz y de echar tierra para esconder el adoquinado. En otros sitios, como en Arén, ni siquiera ha hecho falta. Para elegir los lugares, hemos tratado de cuadrar muchísimo el plano para que no se vieran elementos actuales como supermercados.

-¿Cómo se ha documentado para reflejar el modo de vida de entonces?

-Contamos con una doctora en Historia Contemporánea especializada en la Guerra Civil entre los guionistas, así que con ella ha sido bastante fácil. Y, por otro lado, nos hemos documentado leyendo mucho y con fotografías. Yo tengo alrededor de 150 libros de esta temática en mi casa.

-Rodar en toda esta zona es una manera de promocionar el patrimonio ribagorzano.

-Exacto, sobre todo el patrimonio cultural basado en la arquitectura. Tenemos el conjunto histórico de Arén, la estatua de Joaquín Costa de Graus, la iglesia de Fonz, entre otros. Las casetas de monte de Benasque, por ejemplo, son diferentes de las que puede haber más al sur. Así, queríamos mostrar cómo es el paisaje de los alrededores de Fonz porque también es protagonista principal.

-’Cosetas d’adentro’, su primera producción, tuvo gran aceptación. ¿Cómo prevé la acogida de este segundo proyecto?

-No me importa cuántos espectadores tenga la película porque mi propósito no es ese. Ya hay películas de Almodóvar muy buenas, pero es que yo no soy ellos. Yo prefiero contar la historia en estas lenguas en ese medio y si de paso lo ve alguien de Cádiz y le gusta, pues genial, pero no es mi prioridad porque para mí es un pasatiempo.

-Para dar vida a los protagonistas, vuelve a confiar en actores locales, ¿esto se debe solo a motivos del dominio de las lenguas o hay algo más?

-Yo creo que el cine es un dinamizador cultural, entonces si un chico de un pueblo actúa, se mueve un cúmulo de gente con el proyecto y eso siempre es bueno. Así que no es solo por el dominio de la lengua o por el físico, sino también por un efecto de curiosidad, para que la gente de allí investigue sobre su acervo cultural y aprenda a valorarlo.

-¿Cómo empezó en el mundo del cine?

-De casualidad. Escribí un cuento, Cosetas d’adentro’, y, después, un grupo de amigos me propuso hacer un corto y resulta que quedó bien. Mi idea al escribir el cuento era presentarme a un concurso, no llegar a esto, a hacer películas. De hecho, no creo que vuelva a hacerlo, esta es mi aportación y lo importante es que la gente de esta zona no se avergüence de su pueblo, que al medio rural no le de corte decir que viene de ahí porque se piensa que el aragonés solo se utiliza para hablar de cabras y de fincas. Sin embargo, lo cierto es que se canta en aragonés, se hacen chistes en aragonés y se ama en aragonés.

-¿Cómo se siente ser la directora de la primera película rodada en aragonés ribagorzano?

-Sinceramente me da igual, lo importante es que después vengan más. Podría haber sido yo como podría haber sido cualquier otro. Yo con tal de que a la gente que le llegue le guste, es más que suficiente.