Cada espectador establece unos vínculos particulares con determinados actores: por el tipo de personajes que interpretan, por su registro, los directores con los que trabajan, el aspecto físico o incluso su vida más allá de las pantallas. En mi caso, con Philip Seymour Hoffman el vínculo era total: ninguno de sus trabaJos me decepcionó nunca, casi siempre colaboró con cineastas que me gustan mucho (Paul Thomas Anderson), y tenía la particularidad de estar al servicio de los demás y, al mismo tiempo, enriquecer con su sola presencia filmes, secuencias o planos algo más flojos. Difícil escoger entre sus interpretaciones en Happiness, Antes que el diablo sepa que has muerto, Los idus de marzo y The master. Se ha ido uno de los mejores actores estadounidenses de los últimos 20 años.