A las 10 de la mañana, Julio Ramón, director del IAACC Pablo Serrano, colocaba un cartel en el que ponía Entrada en el acceso al centro de arte contemporáneo de Zaragoza en un gesto doblemente simbólico. Por un lado, significaba la reapertura del museo después de dos meses y medio cerrado al público. Por otro, reflejaba los cambios que la pandemia han producido en todos los ámbitos, y también en el del arte, pues la puerta en la que se situaba el cartel de acceso no es la entrada principal de siempre, sino la ubicada a la izquierda de la fachada. Lejos de allí, a la misma hora, el Museo Goya-Colección Ibercaja recibía a sus primeros visitantes tras el cierre obligado por el coronavirus con un medidor de temperatura en la puerta. Otro ejemplo de las medidas que han tomado los centros de arte para controlar y salvaguardar la seguridad del público y los trabajadores.

Ambos museos zaragozanos abrieron ayer sus puertas, al igual que lo hicieron en otras ciudades los que dependen del Gobierno de Aragón salvo el Museo de Zaragoza, que sigue en obras, es decir, el Museo de Huesca y el Pedagógico de Huesca, además de las bibliotecas de la red autonómica, sumándose así al Museo de Teruel, que fue el primero en abrir, y al CaixaForum, que lo hizo el lunes, lo que supone «recuperar parte de la normalidad después de meses parados y reactivar la cultura», en palabras del consejero de Educación, Cultura y Deporte, Felipe Faci, que presidió el acto de reapertura del centro junto a Julio Ramón y el director general de Cultura, Víctor Lucea.

En ambos centros, el Pablo Serrano y el Museo Goya, la adaptación obligada a las medidas de seguridad es evidente. En el centro de arte contemporáneo, como se ha dicho, la entrada se sitúa en la puerta de la izquierda, por la que normalmente se accede a la sala de exposiciones temporales, donde también hay un dispensador de gel hidroalcohólico. Después, todo el trayecto está señalado hasta salir por lo puerta principal de siempre. «Lo bueno es que las salas son amplias y diáfanas lo que permite mantener las distancias y no tener que marcar recorridos dentro de ellas, por lo que más allá de que la gente tiene que llevar mascarillas, esto permite una mayor sensación de normalidad», comentaba Julio Ramón.

El centro del Paseo María Agustín reabre con las mismas exposiciones que tenía en el momento que se vio obligado a cerrar por el confinamiento, La jaula se ha vuelto pájaro y Le jeu de vivre, de Teresa Ramón; Elementos para un discurso, de Antonio Fernández Alvira y la I Muestra Internacional de Arte Contemporáneo realizado por Mujeres. Pero aporta una novedad que recibe al visitante, el cuadro Antonio Saura El cementerio de los suicidas, que se expone tras ser elegido en una encuesta que el centro realizó en las redes sociales con motivo del Día Internacional de los Museos para preguntar a los internautas cuál era la obra que querrían ver en el momento de la reapertura y que se impuso a otras de Víctor Mira, Juana Francés y La Hermandad Pictórica.

También el Museo Goya reabre con otra novedad artística, el cuadro San Pedro, del Greco, que se incorpora hasta el 6 de septiembre a la colección como obra invitada, procedente del museo dedicado al pintor en Toledo.

Tanto Julio Ramón como María Rosario Añaños, directora del centro artístico de Ibercaja, evidenciaban en sus rostros la alegría que les producía volver a abrir los museos. «No esperábamos que esto se dilatara tanto tiempo; he tenido que venir algunos días para supervisar las medidas de seguridad y era muy triste ver todo vacío; ahora, volver a recorrer el museo y verlo de nuevo con gente es esperanzador, solo falta que se pueda viajar entre provincias y países, pues recibimos mucha gente de fuera y poder retomar las actividades cuando sea posible», decía Rosario Añaños, que recordaba que además de la colección permanente puede también verse la exposición temporal de la portuguesa Paula Rego Con razón o sin ella, que llegó a presentarse pero no a inaugurarse por la implantación del estado de alarma.

Y en lo que también coinciden ambos directores es que el trabajo realizado en las redes sociales debe servir «para que la gente tenga más ganas de venir a ver las obras en directo, pues eso es una experiencia que no se puede sustituir por nada», señalaba Julio Ramón. Y Charo Añaños recalcaba: «En los tiempos que vivimosl arte es esencial, es parte de la vida y de la historia, y en esta época de desesperanza y duda nos puede ayudar a afrontar las situaciones y a dar esperanza».