TITULO Pablo Genovés 1996-2004

AUTOR Pablo Genovés

LUGAR Galería Spectrum Sotos

FECHAS Hasta el 14 de abril. Laborables, de 16.30 a 20.30 horas

Lo bello no es sino la promesa de la felicidad, anotó Stendhal; una opinión que Theodor W. Adorno prefirió matizar: el arte es promesa de felicidad, pero la promesa traiciona. Y en ese territorio se mueve el trabajo de Pablo Genovés (Madrid, 1959).

El deseo, la seducción, la pareja, la celebración de la comida son algunos de los temas que han suscitado su interés a lo largo de su trayectoria, como ahora podemos ver en la retrospectiva organizada por la galería Spectrum Sotos que incluye una selección de trabajos realizados desde 1996 hasta la actualidad, correspondientes a las series Extravíos, Sucedáneos y La felicidad .

La querencia de Genovés por una serie de temas que en principio parecen alejados de cualquier tipo de drama no es en mi opinión una cuestión especialmente relevante de su trabajo, sobre todo cuando se observa que el repertorio de imágenes brillantes, coloristas, y en algunas ocasiones impactantes, ceden protagonismo a la permanencia de una idea que se desliza en el interior de la superficie de unas obras que son el resultado del diálogo entre los lenguajes fotográfico y pictórico.

Los títulos de las series dan además pistas de las preocupaciones de Pablo Genovés: consciente del extravío del que participan los diferentes lenguajes artísticos, Genovés no duda en abordar el concepto de falsedad, principal rasgo que caracteriza las obras de su última serie. Y en ese entramado de teorías y emociones, Pablo Genovés decide sumergirse en la representación de un mundo onírico y surreal, poblado de imágenes más o menos reconocibles, que unas veces son expresión de sentimientos y otras representaciones más o menos banales de objetos y productos de consumo.

Tienes tiempo titula a la imagen de una mano sujetando el cronómetro, particular vanitas de Genovés, para La espera tan rococó de la serie La felicidad . Y en ese escenario de incertidumbre, imágenes de otras épocas que rescatan a mujeres prendidas por el fuego del amor. Espejos deformados de un escenario en el que todo parece estar previsto para errar en los pasos de baile.

Si acaso no fuera suficiente desentrañar la complejidad de su particular universo evocador y distante, Pablo Genovés decide abordar su representación desde la pintura y la fotografía. Ambas técnicas le permiten profundizar en aquellos aspectos que en solitario serían incapaces de atender. En un proceso ciertamente complicado, Genovés pinta una imagen de la que sacará un molde en el ordenador, para que actúe sobre otra imagen diferente. La presencia del pigmento, el ritmo de la pincelada, su textura y el acto físico del pintor quedan de este modo materializados en la fotografía, capaz de retener además de la acción, la pastosidad y el colorido vibrante de los brochazos, la imagen y el proceso.