La plaza del Pilar se llenó ayer de letras, letras escritas, letras habladas y casi cantadas. Nadie ni nada quiso perderse la inauguración de la Feria del libro de Zaragoza, ni el sol, ni el calor, ni la música, en este caso a la lejanía debido a la concentración de bandas militares; ni por supuesto escritores, ilustradores, editores, distribuidores o lectores. Todos quisieron arropar a Irene Vallejo en la lectura del pregón, en el que citó a autores ya fallecidos que tuvieron relación con Aragón, a los actuales, a las mujeres que poco a poco se van incorporando al sector, a aquellos que le hicieron amar los libros porque le han permitido vivir «dobles y triples vidas».

Las persianas se levantaron a las 19.00 horas, cuando la comitiva formada por César Muñío, presidente de Copeli, organizadora del evento, fue paseando por entre las casetas con la pregonera y los representantes políticos -Bizén Fuster, diputado delegado de Bibliotecas; Fernando Riváres, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza; o José Luis Acín, del Centro del Libro que gestiona el Gobierno de Aragón, que, poco a poco se fueron enzarzando en palabras a uno y otro lado.

Todos ellos junto a autores como José Luis o Alejandro Corral, Javier Fernández (exdelegado del Gobierno), Patricia Esteban Erlés, Daniel Nesquens, Jordi Siracusa; Teresa Azcona, directora general de la Corporación Aragonesa de Radio y Televisión; la actriz María José Moreno o el ilustrador Gamón, no quisieron perderse las palabras de Vallejo, en este caso habladas, no escritas.

UN LIBRO PARA CADA LECTOR

«Con el corazón alborotado». Así dijo sentirse momentos antes de subirse al escenario de la haima de actividades, donde estuvo acompañada por César Muñío, presidente de Copeli, organizadora de la Feria. Este hizo hincapié en la gente que «estamos en esto del libro, editores, libreros, ilustradores... todos implicados en hacer leer y en acercar un libro a cada lector», dijo con voz entrecortada, en su caso no por la emoción sino por los fallos del micrófono.

La pregonera, autora de Alguien habló de nosotras, agradeció el hecho de inaugurar la feria y dijo sentirse «feliz en este río de libros». Calificó a su ciudad natal como «la ciudad de los placeres» porque de hecho, Caesaraugusta incluye «gustar» y Zaragoza, «gozar», un lugar abierto porque «a las palabras se las lleva el viento y aquí tenemos el cierzo que lleva nuestras letras a todo el mundo».

Nombró a autores como Marcial, precursor de los twiteros actuales; a Abu Jafar Ahmed, constructor de la Aljafería, a la que llamó «el Palacio de la alegría»; y a todos aquellos que pusieron un pie y una letra en Aragón; como el marqués de Santillana, que «se enamoró de una moza recia, que le amenazó con una pedrada si se propasaba, eso antes del Metoo»; a los musulmanes, a los judíos, a los mudéjares...

Reivindicó Zaragoza como la ciudad donde llegó la imprenta y donde «los inconformistas tenían más fácil publicar sus libros porque en otros sitios estaba prohibido». Y no se olvidó de mujeres como María de Zalaya, que vivía en Zaragoza y que fue la primera mujer que firmó una novela; ni de María Moliner, ni de Virginia Wolf... ni de todas aquellas que actualmente «vuelcan su talento en el mundo del libro», ni de las bibliotecas, ni de los clubs de lectura. Tampoco de «todos los escritores vivos que siguen imaginando historias que se adhieren a la ciudad».

Para Vallejo, a la que durante el paseo le habían regalado La noche perdida de Luis Buñuel y para su niño, Ninas, ninos: a chugar!!!, de niña, «leer era un hechizo» porque le abría un mundo; el mismo que ahora sigue visitando en cada libro que lee, como aquellos que durante estos días se «acercarán a preguntar» a las casetas o «se rascarán el bolsillo».

Y es por eso que los libros, de misterio, de amor, cómics, de todos los géneros son «placeres a nuestro alcance». «Es maravilloso encontrar los libros en la calle». Antes, hace unas décadas, solo estaban «en las casas de los ricos, eran emblemas de lujo, hoy, sin embargo se traen a la plaza donde nadie tiene negado el acceso». Es la plaza del Pilar, la plaza de las letras, de los libros y de las libres.

Hasta el 9 de junio serán 66 las casetas instaladas en la plaza del Pilar, o 49 expositores. Habrá actividades, firmas de autores y encuentros para hablar de literatura, pero sobre todo, muchas letras con las que vivir mil vidas.