La literatura erótica en España está de capa caída. Quizás porque se ha integrado en la narrativa de una forma tan natural que ya no tiene razón de ser como género. Esa es una de las razones que han hecho que el popular Premio La Sonrisa Vertical, que cada año convocaba Tusquets Editores, se suspendiera ayer oficialmente después de 26 años de existencia.

Antonio López de Lamadrid, editor de Tusquets, hacía examen de conciencia sobre a la promoción de este galardón que llegó a alcanzar ventas de medio millon de ejemplares en su mejor momento --fue el caso de Las edades de Lulú, de Almudena Grandes-- hasta languidecer en 17.000 en los últimos años. "No hemos conseguido que la crítica se lo tomara en serio", se lamentaba.

Para el editor, llevar el membrete del Sonrisa Vertical es una especie de baldón para su recepción crítica. "Cualquiera de los libros que últimamente se han presentado a este premio hubieran recibido más atención si se hubiera editado en una colección generalista". López de Lamadrid advierte que los medios dedicaban gran atención al premio en el momento en que se daba a conocer, pero luego había un silencioso ninguneo por parte de los especialistas. Otro indicio de crisis es que de las cuatro ediciones en las que se declaró desierto dos fueron recientemente, en el 2002 y en el 2004.

El Premio Sonrisa Vertical y la colección que lleva también este nombre nacieron en 1977, en plena transición, dirigidos por el realizador Luis García Berlanga, confeso erotómano y en ella se recuperaron grandes clásicos del género, incursiones de novelistas consagrados --caso de Elogio de la madrastra, de Mario Vargas Llosa-- y se dieron a conocer a autores como Eduardo Mendicutti, Muñoz Puelles y Mercedes Abad. En especial, el galardón también dio también su primera oportunidad a Almudena Grandes, por entonces una completa desconocida que escribía como negra para otros.

La decisión editorial deja, por el momento, en suspenso el futuro del premio que podría recuperarse dentro de unos años. Para López de Lamadrid, esa es la mala noticia; la buena es la ampliación de la colección, que desde ahora pasará de editar de dos a tres títulos anuales a cuatro o cinco.