¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos?". Para Jostein Gaarder (Oslo, 1952), estas preguntas encierran el secreto del éxito. Con ellas concluyó en 1990 El misterio del solitario , obra que le consagró en Noruega y que acaba con su joven protagonista, Hans Thomas, buscando un libro que le ayude a responderlas. Al intentar regalar él mismo ese libro a su personaje, Gaarder conoció a una cría inquieta, la llamó Sofía e imaginó su reacción al hallar una carta anónima que preguntase: "¿Quién eres tú? ¿De dónde vienes?". Cuestiones ahora personalizadas en un insólito best-seller , El mundo de Sofía , novela filosófica para adolescentes que hoy, en el décimo aniversario de su publicación en Siruela, ha vendido 25 millones de unidades en 49 idiomas (un millón en castellano). Para explicar tal trayectoria, basta seguir, como Sofía, unas pistas filosóficas.

SOCRATES: "Sólo sé que no sé nada". La aventura de Sofía Amundsen y su profesor Knox es a la vez un thriller de aprendizaje y un manual de filosofía. Humilde como el ateniense, al que presenta como el pensador "más enigmático" de la historia, el exprofesor Gaarder ha afirmado: "No habría podido escribir la novela sin mis alumnos". De ahí que, aunque leído por millones de adultos, este "clásico a la altura de Michael Ende o Roald Dahl" --según Assumpció Lisson, experta en literatura juvenil-- se aconseje a partir de 4º de ESO, nivel en el que supone "una herramienta pedagógica extraordinaria, que a veces se explota sin el socrático acompañamiento que requiere". Hay lectores, con todo, que desdeñan el método; un editor norteamericano declaró a The New York Times : "El libro ayuda a aprender filosofía, pero, la verdad, ¿a quién le importa Sócrates?".

SAN AGUSTIN: " Tolle, lege Toma y lee". Como en el mandato divino por el que se convirtió el autor de las Confesiones , El mundo de Sofía parte de una búsqueda sagrada, la del conocimiento --sophia , en griego--, y utiliza la narrativa a la manera de Jesucristo, "un gran pedagogo que impartía su doctrina mediante historias". Cristiano pero "librepensador", menos interesado en el arte o el dinero que en la semilla de la reflexión --la novela fue escrita "en tres meses y sin pretensiones literarias ni económicas"--, Gaarder no concibió El mundo de Sofía como un best-seller ; aun así, en 1995, cuando la novela fue la más comprada del mundo y supuso el 50% de la facturación en editoriales como Siruela, el noruego que admira a San Agustín --"por enlazar a los creyentes con la tradición griega"-- reconocía, con una parábola bíblica, "haber ganado lo suficiente para comprar pan y leche de por vida".

KANT: "En sí y para mí". Capaz de resumir la filosofía kantiana en unas gafas de lentes rojas con las que alterar la percepción de la realidad, Gaarder también gusta de alardes técnicos, como el cambio de perspectiva en el capítulo Bjerkely , donde Sofía pasa a ser la ficción leída por otra chica ficticia llamada Hilde. Su novela basa su popularidad en los interrogantes, ya que antes se era rico "en respuestas y pobres en preguntas", y ahora hay "un vacío intelectual" que alienta propuestas "no invasivas" como la suya. Para sus editores, el acierto de Gaarder no es haber simplificado la filosofía, sino "haberla novelado"; a juicio de la directora de la revista CLIJ , Victoria Fernández, un "giro copernicano" en la relación entre filosofía y literatura juvenil.

SARTRE: "Condenados a ser libres". Humanista, admirador de Sartre y capaz de interpretar con optimismo su idea de que no hay otro sentido de la vida que decidir libremente aunque tal libertad sea impuesta, Gaarder también ha explicado el éxito de su libro por el "alegato contra el nihilismo" de la sociedad actual. Aunque admite "inexplicables olvidos", como Schopenhauer, y lamenta "no haber potenciado en él la ecofilosofía", Gaarder acepta bien, 10 años después, que El mundo de Sofía le haya condenado a ser "el profesor de filosofía de la juventud europea"..