Patricia Esteban Erlés ( Zaragoza, 1972) se ha convertido en un referente del universo fantástico y una de las cuentistas más reconocidas en lengua española. Cuentista porque su prestigio se ha cimentado, fundamentalmente, en la maestría con la que teje sus relatos. Y eso que con su primera y única novela por el momento, Las madres negras, consiguió en 2017 el Premio Dos Passos. Pero es el género del relato, como decíamos, el que la ha convertido en una autora valorada por lectores, críticos y compañeros de profesión literaria.

Un camino que comenzó en 2008 con el primero de sus tres libros de relatos Manderley en venta, publicado entonces por Tropo Editores. Ahora, 11 años después, la mansión Manderley vuelve a abrir las puertas de sus habitaciones a nuevos lectores gracias a la editorial Páginas de Espuma, que esta misma semana ha conseguido el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial. Más que una reedición se trata de una revisión ampliada de aquellos primeros cuentos publicados por Patricia Esteban y que le abrieron el camino a la escritora que es hoy.

«Los motivos para volver a reeditar aquellos relatos son varios; primero por una cuestión práctica ya que encontrar ejemplares de aquel libro es hoy una rareza y la gente pedía leer cosas anteriores a las últimas cosas que he publicado», cuenta la autora. «La segunda -continúa- es más personal, pues es la constatación de que todo lo que me interesaba contar ya estaba en mi primer libro. Somos seres perseguidos por las obsesiones y todo lo que he querido decir después ya estaba encontes».

El libro, en realidad, no calca el primero como bien puede deducirse ya por el nuevo título, Manderley en venta y otros cuentos, ya que a los de aquel -«eso sí, con dos expulsiones, pues han quedado fuera Sin violín desde el tejado y Recuerdos desde el fin del mundo, pues eran buenos cuentos, pero creo que rompían la línea temática- se suman otros de su segundo libro Abierto para fantoches «pues creo que eran cuentos que merecían una segunda vida, que no quedasen en otro libro muerto», comenta.

Y así, por los pasillos y tras las puertas de esa casa ficticia, tanto que en ningún cuento sale una mansión que se llame Manderley, sino que es el conjunto de todos lo que toma el título de aquella casona que tanto protagonismo tenía en la novela Rebeca, que llevó al cine Alfred Hitchcock, desfilan de nuevo las obsesiones de Patricia Esteban Erlés, llenas de juegos fantasmales, inquietudes, historias oscuras, terroríficas incluso... «Me interesa el espacio como cómplice de los personajes, qque dé indicaciones al lector de por dónde va a ir la trama, y me maravillan las relaciones humanas, por eso mis historias siempre tienen un punto traumático, de cuando se resquebraja la pared de una relación», dice la escritora, quien eso sí, como aire tonal suele recurrir al humor, «que intento que siempre esté, muchas veces basado en la ironía o la caricatura, porque lo considero un arma de defensa infalible, y síntoma de inteligencia».

No viene mal el humor, sobre todo porque en el otro lado, en el apartado temático la oscuridad lo cubre todo, «pues me gusta precisamente eso, lo que no se puede explicar por vía racional; si la realidad es donde estamos o no lo es tanto, si la locura cuestiona la realidad; si los fantasmas son pensamientos o miedos que toman cuerpo...» Y lo mejor es que en estas fantasías góticas y tétricas siempre hay un componente de realidad que la autora logra transmitir «pues si no ves a los personajes como a alguien real no vas a creerte que eso puede pasarte a tí». De hecho, explica, muchos de esos relatos están basados en gente cercana que conoce la autora, «pues ese punto de realidad permite hacer una historia verosímil literariamente». Y es que, como dice, «la realidad es fantástica a su modo, está llena de historias que no se te ocurrirían jamás.