Hablar de Rosana es hablar de voz, simpatía y sencillez. Características todas ellas que ayer demostró con creces en el concierto que ofreció en el Auditorio ante unas 1.500 personas. Con el pop melódico lleno de sentimiento de Condena2, sus teloneros (soberbia actuación la suya), aún sonando en la sala Mozart, todo presagiaba que iba a ser una gran velada. Y así fue.

Rosana, informal como siempre (ropa vaquera y deportivas rojas), salió al escenario entre una ovación multitudinaria, y se arrancó con uno de sus grandes éxitos, Si tú no estás aquí . Los espectadores pudieron incluso hacer sus pinitos como coristas, pues la canaria les instó (y sería una constante durante todo el concierto) a acompañarla. De nuevo otra ovación, aún mayor si cabe que la anterior. "Muchas gracias, guapos. Gracias por haberse molestado en venir con el calor que hace", fueron sus primeras palabras, que provocaron la carcajada general.

Y, acto seguido, y como si de un niño con ansias por estrenar sus zapatos nuevos se tratara, la canaria aplicó lo anterior a su pasión, la música, y se ventiló tres temas seguidos, con esa potente y melódica voz que la caracteriza y con esos ritmos frescos que consiguen meterse al público en el bolsillo desde el primer acorde. Pero no sólo derrochó voz y simpatía, sino también, y esto es algo que la engrandece aún más, sencillez. Porque, lejos del divismo que invade a otros cantantes, Rosana no dudó en darse un verdadero paseo, micrófono en mano, por toda la sala, hasta el final de la segunda platea, ora estrechando manos, ora dando y recibiendo besos. Tal fue la cantidad de saludos que repartió, que el tema que estaba interpretando terminó, pero, con su habitual sentido del humor, siguió, con el mismo tono del estribillo de la canción, entonando: "sigo cantando / de camino al escenario", todo esto sin dejar de saludar.

Desde que cantara por vez primera en Zaragoza en el mismo sitio, tres días después de sacar Lunas rotas , Rosana, afirma, lleva Zaragoza "en el corazón". Y el público la lleva a ella. Eso es algo que anoche, más que nunca, se pudo apreciar. Hubo incluso quien le regaló rosas, con cinta del Pilar incluida ("Anda, qué guay. Muchas gracias", dijo la canaria al recibirla). Anécdotas aparte, el recital que anoche ofreció es de ésos en los que, por su voz, por su fuerza del directo, por su simpatía y por su entrega total al público, cualquier crítica faltaría a la verdad.